domingo, noviembre 07, 2010

Alraune (1928)


¿Qué extraño poder tienen las féminas protagonistas del cine alemán de los años 20? Llámense Lulú, Lola Lola o como en este caso, Alraune, el hecho es que estas heroínas fatales portan con ellas el estigma del desastre. Su belleza acaparadora se convierte en látigo de quienes se dejan prender por sus hechizos. Mujeres-trampa, diosas de la perversidad, alimañas preciosas, visten el cine de la gloriosa pantalla demoníaca.


Lo cierto es que esta película dirigida por Henrik Galeen es un mero pretexto para exaltar la figura de la “Espectra”, de la vampira psicológica o Harpya. Quienes quedaron apresados por la belleza mistérica de Brigitte Helm como mujer/robot en Metrópolis, sin duda, debieron celebrar la exposición de “Alraune” como galería de fotogramas del objeto ansiado. Brigitte-Alraune realmente posee una belleza inquietante, es una de esas maravillosas criaturas que nos impiden despegar los ojos de su aura cuando están en pantalla, pero Brigitte es huidiza y abrupta, su belleza a menudo se viste de los colores de la serpiente o de la crueldad de las espinas. Sólo puedo catalogar su interpretación como fabulosa: sus movimientos espasmódicos en ocasiones se derriten en una languidez hipnótica, todo en ella es gesto, danza arcaica y bravura, y por todos estos motivos “Alraune” se erige en una obra de culto a lo que se ha denominado tantas veces como ‘femme fatale‘.


Alraune es una chiquilla que ahoga moscas en una taza de café, que convierte en titiriteros a los hombres que se cruzan en el destino de ‘aquella que atrae el oro y la fortuna pero también a la fatalidad’. La mandrágora de Hanns Heinz Ewers toma cuerpo, escoge piel y ojos azules, y juega con perlas y juega a seducir al creador de su bizarra gestación: la hija de una prostituta inseminada con semen de ahorcado. La raíz del mal.


Como sus amigas coetáneas de la era dorada de Weimar, la idea de Alraune, de esa curiosa mezcla entre folclore y ciencia ficción, se viste con las mejores galas en la sala de proyección. Todo esplendor es poco para hacernos entender, gracias a las vestiduras, el poder primitivo de la hembra perversa, de su sustancia oscura y envenenadora. Alraune es el lucimiento de un enigma, y como tal, creo que el autor no pudo haber imaginado una encarnación más hermosa.