lunes, septiembre 20, 2010

La Villa del Bambino Urlante


Descubro por estos parajes virtuales que la casa que nos obsesionó durante gran parte de nuestra infancia y adolescencia, la villa modernista que retrató Dario Argento en “Profondo Rosso” se encuentra en Corso Giovanni Lanza 57 de Turín y, resultando la realidad mucho más prosaica, se llama Villa Scott, al tomar el nombre de la persona que encargó la construcción de la casa. Villa Scott fue construida en 1902 por Pietro Fenoglio, arquitecto que diseñó varios palacetes modernistas en Turín. Cuando se rodó la película en el año 1974 la casa albergaba un instituto femenino de monjas y se cuenta que el cineasta para realizar con tranquilidad las tomas que necesitaba, mandó a monjas y alumnas a unas pequeñas vacaciones pagadas a Rimini.


Dentro de la obra magna que es “Profondo Rosso”, la Villa del Bambino Urlante recibe el tratamiento de un personaje más, dedicándole Argento a su presentación y exploración el tiempo que un amante atento dedicaría a su enamorada en el lecho. Los interiores de la villa se desmenuzan con tal minuciosidad que la casa poseedora del secreto se transforma por sí misma en misterio, y tiene su propio desarrollo dentro de la película, de creación, éxtasis y ocaso purificador.


Sin duda “Villa Scott” es uno de esos lugares que desprenden efluvios magnéticos, que nos atraen con falsas ilusiones de voces y que en sus pasillos interminables y en sus entrañas lúgubres ocultan un alma de “casa maldita”. Los seguidores de la filmografía argentiana lo demuestran con creces en las instantáneas que han tomado de la villa tras ir en peregrinación a Turín, un breve paseo por las galerías de Flickr se lo demostrará. Yo he tomado prestada alguna muestra, hasta que pueda viajar a la casa endemoniada.

jueves, septiembre 16, 2010

Butaneeeerooooo


Vecinos, gente con clase, compadres y mentes con poderes prodigiosos. Bonito elenco para una publicación, al alcance de la mano, gratuita y de reproducción analógica. Además es tan sexy llamar al butanero en deshabillé desde la ventana... Y el color Butano nos sienta tan bien... Mmmmm.

sábado, septiembre 11, 2010

Monstruos en Post-It


¿Un director de shows de televisión para niños que dibuja monstruos en notas Post-It en su tiempo libre? ¡Estupendo!






Más seres fantásticos de inspiración lovecraftiana y espantos en trazos herederos de Gorey en su blog. Incluso las pesadillas de "Vargtimmen" tienen cabida, y es que en algo se tenía que notar que Don Kenn es danés.

lunes, septiembre 06, 2010

The Seven Addictions and Five Professions of Anita Berber


Anita es una vieja amiga, y lo es desde el primer momento en que vi una de sus fotografías: la curva de sus mejillas, su arisca nariz y sus negros ojos maliciosos me confirmaron al primer vistazo que ya nos conocíamos. Al encontrarme con su rostro pintado de blanco y la línea de su boca escarlata ya supe de la “Sacerdotisa de la Depravación”, de la “Mujer Fálica“, de “Astarté”, de la “Madonna de Dresde” y de la “Diosa Desnuda de Berlín”, todos sus avatares estaban ante mis ojos.


Durante la república de Weimar, la pelirroja Anita fue sin duda alguna la personalidad más decadente en un mundo sin límites morales o restricciones legales. Tras su espectáculo de las danzas de la lujuria aparecía en los nightclubs y casinos exhibiendo su cuerpo perfecto bajo un chal de marta, con un mono colgado de su cuello y un broche plateado repleto de cocaína. El escándalo estaba servido. Todos temían a la perversa starlet, quien podía ofrecerse sexualmente a cambio de dinero, robar o golpear a quien se le antojara. No contenta con seducir a las esposas de los caballeros más pudientes, les obligaba a entregarle a sus hijas vírgenes. La prensa amarilla se nutría de escándalos sobre la vida libertina de la Berber: su bisexualidad, sus orgías en hoteles, colección de mascotas exóticas, adicciones diversas y ataques de ira.


Las “Danzas de la Depravación, el Horror y el Éxtasis” se estrenaron en Viena y consiguieron escandalizar a la viciosa sociedad de su época. Junto al bailarín Sebastian Droste inmortalizó fantasías erótico-esotéricas con títulos como “Suicidio”, “Cocaina”, "Morfina” o “La Noche de los Borgias”, números de danza expresionista en los que la bailarina desnuda o vestida con una imaginería grotesca, desarrollaba un turbador eroticismo, con el abrazo de la muerte siempre presente en sus coreografías. Como si de un ritual mágico se tratara, la diosa pálida se movía a cámara lenta al tempo de la música, cada uno de sus mínimos gestos expresaba una intención exacta, y su cara empolvada se convertía en una rígida máscara o en la expresión del espanto o sufrimiento más intensos, para después desfallecer en un arrebatamiento sensual. Se dice que quienes osaron interrumpir la celebración pagana e irritar a la divinidad, acabaron la noche con la cabeza abierta debido a un golpe con una botella de champaña o con los pantalones orinados por la Princesa, que no dudaba en interrumpir los aplausos para castigar a aquellos “lascivos que la aburrían”.


Como pueden comprobar, Anita, mi vieja amiga, era realmente maravillosa. Si desean profundizar en su vida y performances les recomiendo la espléndida biografía “The Seven Addictions and Five Professions of Anita Berber” de Mel Gordon, que retrata el ámbito publico y privado de la artista, además de hacer un delicioso repaso por las manifestaciones artísticas de la Alemania de los años 20.