lunes, diciembre 29, 2008

The Snake


“On Her Way to Work One Morning
Down the Path Along Side the Lake
A Tender Hearted Woman Saw a Poor Half Frozen Snake
His Pretty Colored Skin Had Been All Frosted With the Dew
"Poor Thing," She Cried, "I'll Take You in and I'll Take Care of You"
"Take Me in Oh Tender Woman
Take Me In, For Heaven's Sake
Take Me In, Tender Woman," Sighed the Snake”

Al Wilson


No fue esta mañana una serpiente helada por el rocío sino un cielo que ni un artista disparatado habría podido rayar en rosa, quien me trajo un temor rápidamente espantado. El fin estaba ahí fuera, en cualquier parte, y sólo esperaba que alguien lo reconociera para revelarse.

Su presentación tal vez provocaría la risa en quienes no temen el asomo de caos que existe en la intensidad de los colores o en el disfraz, pero la mueca se congelaría. ¿Imaginan un ejército de conejos mecánicos?, o tal vez… alguna escena parecida ha acudido a su memoria. Es lo mismo. En la distancia las sacerdotisas parece tigresas del amor, y la ceremonia resultaría seductora. No se asusten, pues.

Al arrellanarme en el sillón y sentir la intuición del fin, me he sumergido para invocar las gemas de colores, para llamarlas a mis manos, tal y como el mago muestra. De este modo, puedo hundirme cada vez más alto, renovarme cuando me llegue la asfixia, caminar hacia atrás a través de mí misma. He encontrado las piedras preciosas, la fortuna olvidada, y la galería engañosa de eternidades nubladas de humo. Y he vuelto a presentir que el mal cosificado y somatizado no me dará tregua, mientras conserve estas joyas de fuego.


martes, diciembre 23, 2008

Poison Ivy


De ningún modo puedo reprocharle haber sido así y habérselo permitido… incluso ahora. Como si no supiera del corte de sus dientes. No es posible erigirse en verdugo ante un gato montés. Soy consciente de ello, y tal vez lo era entonces, pero había demasiado brillo alrededor, en aquel pico desigual, para intentar descifrar cualquier cosa, el gesto más nimio, de mí o de Ivy.

El poder de obrar se ralentiza y las decisiones se cambian los cuerpos si uno sostiene el peso del mundo sobre los hombros. Sólo hay aleteos feroces sobre los cristales, y una admiración de la belleza contemplativa, en escasísimas ocasiones activa.

He dejado crecer la hiedra. La mala hierba. Ha entrado en mi casa, y ha agasajado a mis padres, incluso dio de beber a mis animales. Nadie la había dejado llamar a la puerta. Se asustaban de sus colores llameantes, del terciopelo de su piel moteada. Se ha apropiado de la música, tiñéndola de un verde ponzoñoso, y se ha enroscado en los cuadros, rompiendo las bocas y los ojos de los retratados en los lienzos.



Casi nadie escuchaba a Ivy. Su boquita de corazón parloteaba y parloteaba salpicando de cristales el aire. Poseía con el llanto abrasador del nepentes, con sus danzas macabras; al cantar, su aliento se arrastraba desde algún lejano rosetón perfumado, y al lanzarse desde la negrura del cielo, atravesaba la flor sacrosanta de una estocada escarlata.

No quise arropar a Ivy. Ni enjugar sus heridas con benjuí. Me consolaba su contorno despidiéndose en el aire. Sus muecas desde histéricos fantasmas imaginarios. Se anudaban en mi garganta, enroscados, sus brotes sanguinarios, cosquilleando desde el eco del teatro de sombras.

Nada ha perdurado. Crece. Llena de plagas los campos, pica de viruela a los infantes. Ha raptado alguna emoción del cajón de los cubiertos de plata y anda desvariando, blandiendo el arma de barro, que se le deshace en las manos. No habla. Jamás asiente. Mordisquea sus propias hojas… Veo a Ivy despuntando desde el campo de trigo. No se acerca.

Con las otras hierbas.



lunes, diciembre 22, 2008

I'm a Lover Cover too

Aquí les muestro mis preferencias entre las portadas de LPs más bellas, escogidas cuidadosamente de la colección de LP Lover Cover, uno de esos gabinetes de maravillas que el coleccionista recupera en sus tardes ociosas para asomarse al esplendor de sus fetiches.

Les recomiendo fervorosamente la categoría de Puppets, Dolls, Stuffed Animals de la que rescaté a este sabio cowboy, heredero de un utopismo crepuscular, que ya no volverá.






Aconsejamos detenerse un tiempo prudencial ante cada imagen de este museo virtual, de otro modo se convierte el interesado en un ladrón. Yo les avisé.

miércoles, diciembre 17, 2008

Daisies "Sedmikrásky". 1966


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Lost Driver

De entre las variadas bandas sonoras que vienen reeditándose en los últimos años, Daisies (Sedmikrásky en su checo original) constituye una de esas rarezas que está ligada a un contexto cultural importante y tal vez poco conocido por el gran público, un servidor incluido, como fue el movimiento de cine experimental que se dio en Checoslovaquia en la segunda mitad de los años 60. La película del mismo título en la que aparecía fue dirigida en el año 1966 por la directora Vera Chytilová, y es considerada uno de los hitos mundiales del cine vanguardista e iconoclasta previo a los influyentes acontecimientos de la primavera del 1968 en Praga. Es en este ambiente donde muchos artistas europeos arrojaron al mundo una particular y novedosa visión de la cultura, redefiniéndola y en muchos casos creando una ruptura con un punto de vista más tradicional.

Chiytilová quiso musicar su experimento visual sirviéndose de dos compositores checos que provenían del mundo del espectáculo de variedades y la composición clásica: Jiri Sust y Jiri Slitr, siendo éste último junto a Jiri Suchy fundador del Semafor Theatre en 1959, un teatro de bolsillo en el que se representaban números musicales con fuertes dosis de humor satírico y antipolítico. Slitr era, además de compositor musical, un hombre cultivado en las artes plásticas y que llegó incluso a aparecer en algunos filmes. Sus canciones dominaron las listas de éxitos de la música popular checa en los años 60, con marcadas influencias del swing y el jazz. En cuanto a Sust, su carrera siempre había estado relacionada con la composición de música para publicidad y el cine, destacando su colaboración con el realizador Jiri Menzel cuya obra Trenes rigurosamente vigilados obtuvo un Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1965.

Uniendo sus cualidades, Slitr y Sust escribieron una partitura que no difería en absoluto con la alocada naturaleza de las imágenes yuxtapuestas y fragmentarias del filme de Chiytilová. Asimismo en ella encontramos adaptaciones de música militar checa; apropiaciones de temas de la Francia barroca de los siglos XVII y XVIII y composiciones de Brahms, Mozart, Bach o Wagner; charleston, e incluso ritmos cercanos al beat de la música pop. Hablando en términos actuales, asistimos a un proceso de sampleado de varios estilos, donde también tienen cabida una interpretación al piano por Jan Klusák (como pueden ver, no todos los checos se llaman Jiri) o un scat jazz vocal a cargo de la cantante Eva Pilarová, que se hizo famosa precisamente en el Semafor Theatre y que fue atacada por su querencia al rock and roll y una postura rebelde frente a la férrea política conservadora de su país.



El dueto explotó también las posibilidades de los procesos de edición y collage, como se hace patente en las piezas más surrealistas de esta grabación, utilizando sonidos de máquinas de escribir o relojes de cuco y aprovechando los ambientes sonoros de algunas escenas; como por ejemplo aquella en la que las dos muchachas, las absolutas protagonistas, se enzarzan en una frenética lucha de tijeras, creando uno de los momentos más delirantes de Daisies, que visualmente se consiguió aplicando curiosas técnicas en el celuloide.

Sospecho que fue Slitr en mayor medida el artífice de esa atmósfera tan cabaretera y de music-hall que impregna esta banda sonora, cuya escucha desafía todo intento de situar temporalmente lo que acontece en la pantalla, con sus hilarantes situaciones cómicas o cortas secuencias desprovistas de un auténtico significado más allá de lo visual que desfilan ante nuestras retinas, a la manera de hacer de los dadaístas en su Cabaret Voltaire.

¿Es música experimental? Experimenten ustedes con sus oídos... De buen seguro que la dotan de nuevas interpretaciones.



Lost Driver

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lunes, diciembre 15, 2008

Exposition de Fleurs

Se me antoja haberla robado. ¿Cómo pudiste hacerlo? No la robé, si acaso la compré… Entonces crees que pagar un dinero te da derecho a su pertenencia. Sabes de sobras que no es así, que no es tuya porque ni siquiera es un recuerdo.


¿Pero como robar ‘strana cosa’ que ya ha sido robada? Non voglio di possederla. Ni siquiera asomarme. Pero. El hecho que sea intocable la convierte en cómplice. Tal vez no lo compartas, pero ya fue mía, mucho antes de encontrarla. Anterior a mi memoria imaginada. Yo cree aquel lugar. Estaba compuesto de miedos y nostalgias. Por eso, tal vez por eso, encontrarlo me entristece, y al mismo tiempo compone un enigma irresoluble en mi ansiedad.


Poseo aquellos días. Vuelven. Presiento cómo era esconderse bajo las matas verdinegras, aunque jamás lo hiciera, aunque las avistara desde lejos. Sus misterios siguen siendo mi familia, el hogar remoto de la caída. Cuando nadie me reconocía, entonces me sobraba el tiempo para escaparme, para no ser nadie y sentirme.


Si me vieron mis ojos entonces, otros ojos, no me habrían llamado por mi nombre. Mi pelo no era negro, ni mis ojos oscuros, era una pequeña salvaje desaliñada, de un rubio descolorido y ojos que arañaban. Reía. Y me enfrentaba a aquella sabiduría inducida, a aquel resplandor que aún nos ciega y aturde.


La amenaza de la naturaleza cultivada me embebía, y si pudiera explicar y dejar de relatar a través de sensaciones lo haría. Pero no sería tan cierto.


Exposition de Fleurs (Keukenhof, Holanda)

miércoles, diciembre 10, 2008

Istar

Esta imagen fue ideada por el simbolista Fernand Khnopff para ilustrar el frontispicio de una de las obras más célebres de Joséphin Péladan: “Istar”.


Como diosa de la fertilidad, efigie de una Afrodita plena y harmoniosa, la divinidad no cumple con sus promesas, ‘au contraire’, diríamos más bien que las corrompe, como cualquier heroína que se precie del decadentismo tiene el deber de conseguir, se trate de una Salomé o de la más bella ‘donna angelicata’.


Además de emblema de la fecundidad, en esta obra el artista no quiso dejar de lado la aureola de luto que deja tras de sí Astarté al abandonar el mundo de los muertos. Por tal motivo, la deidad de muestra se convirtió a finales siglo XIX y, en concreto, tras la publicación de la obra en 1888, en símbolo del ideal andrógino que seduciría a los finiseculares. Por tal motivo, los ecos sobre la composición de Khnopff acapararon no pocas páginas de los aficionados a los diseños que se mostraban en el Salón Rosa Cruz.


Fue el mismo Sâr Péladan quien describió el frontispicio como “el desnudo emocional, que es la expresión de un modelo separado de su entorno”. Desarrollando la idea explícita de abandono en la emoción suprema, del desmayo del éxtasis. La mujer, fiera, o criatura que se nos muestra nos relega a nuestra limitada capacidad de impresión, mientras ella escapa y se desvela, como flor de misterio. Su belleza combina el reflejo del hermafrodita, con la santidad y el poder de la aniquilación. Por eso, un tallo fálico florece serpenteando hacia su sexo, mientras con su crecimiento arrastra el fantasma del esposo sacrificado.


Tal y como declaró Jean Delville:


“Khnopff ha creado un tipo de mujer idea. ¿Son realmente mujeres? ¿No serían en todo caso feminidades imaginarias? Provienen del mismo tiempo que el Ídolo, la Quimera, la esfinge y el Santo. Son andróginos plásticos, símbolos sutiles, concebidos de acuerdo a una idea abstracta, y plasmados”.


lunes, diciembre 08, 2008

Algunas Postales de David Hamilton

Nada mejor que unas imágenes de recogimiento para adornar un día festivo.




Éstas son de mi colección particular de postales de David Hamilton.

martes, diciembre 02, 2008

Zenabel o los Sueños Amarillos

Sí, los sueños se alimentan. Hijos de nuestros sigilos y bravuras secretas, como criaturas ávidas de saberes ocultos, monstruos de mil bocas, rastrean en los rincones menos obvios y explotan los coloridos de la feria más trivial.

A menudo los sorprendo vestidos con guantes oscuros, ajenos a mi feminidad y desentrañando crímenes a partir de pistas ilógicas y a través de reflejos de vidrieras encarnadas. Es cuando descubro el ‘giallo’ en su estructura menos obvia y puedo después diseccionarlo como a un precioso insecto, con alas de esmeralda.

Sueño, sí, con tramas laberínticas, con sucesos oscuros entrevistos en un palco dorado, con símbolos infantiles y detalles que se agigantan ante mis otros ojos. Y esta peculiaridad me hace preguntarme por el origen de la fantasía y sobre cómo puede el arte introducirse en el inconsciente a través del ojo y fijarse en sus juegos y rompecabezas. El mapa de esta instancia me es inasequible, pero me es mostrado cual un enigma más que pudiera encontrar desarrollado por otro.


Sería fácil cargar la culpa de esta pequeña disfunción al bolso amarillo de una de las mujeres más adorables de la historia del cine. En el año 1964 se estrenaban “Marnie” y “Sei donne per l'assassino” como un preludio de la sinfonía estético-sangrienta que iba a marcar toda una juventud de sueños en gran angular. Las víctimas o los receptores de tal avalancha de sensaciones, no imaginaron en su niñez que las estrategias de los asesinatos se infiltrarían en sus esquemas más profundos, en sus habitaciones internas, en sus propios sótanos.

Y sin embargo, las jóvenes siguen cayendo. Y unos zapatos ocupan el escaparate del sueño. Dilucido crímenes y raptos y me asomo a persecuciones vertiginosas ajena a lo que podría ser el dolor, que aquí no existe. Sólo hay colores brillantes, y un puzzle… un puzzle para quienes no temen perderse.



domingo, noviembre 30, 2008

El Misterioso Forastero: Henry More Smith

Me resulta inusualmente apropiado acabar de apurar la taza de caldo con jerez mientras proyecto la siguiente visión: Junto con el carcelero penetro en la celda en total oscuridad y gracias a la ayuda de los rayos lunares distingo la presencia imprevista de la figura de la mujer que visita a su marido en su miserable confinamiento. Henry More Smith camina en los escasos metros de que dispone, moviéndose con afectación y aparentando gran angustia. La mujer parece inmóvil, y debería estarlo, ya que se trata de un muñeco, de una efigie realizada a tamaño natural con trozos de las ropas del encarcelado. Es una impostura, pero la extrañeza de lo insólito no perjudica el efecto, así al contrario, prolonga su magia y crea una imagen eternizada del encuentro.


Lo que acabo de relatar sucedió el primero de mayo del año 1814. Un joven de 22 años presumiblemente inglés y que llevaba poco más de un año en America había sido encarcelado provisionalmente en la ciudad de New Brunswick, Canadá. Los que convivieron con él durante el largo año que estuvo en prisión le describían como un muchacho educado y decente con intervalos de locura, capaz de los más asombrosos prodigios.


Walter Bates, el Sheriff que llevó su caso, tras su relación con el enigmático personaje se dedicó a escribir una especie de diario en el que recopilaba el día a día con aquel ser tan particular. De esta recopilación surgiría “The Misterious Stranger”, la novela que me llevó a conocer al mago Henry More Smith, tras encontrar por casualidad un artículo sobre el personaje.


Bates dijo de Smith que en el tiempo que estuvo en prisión ejecutó obras propias de un genio en las situaciones menos favorables: en total oscuridad, esposado, con el cuerpo atrapado en cadenas y con una sentencia de muerte pesando sobre su cabeza. Los hierros no podían con él. Explicaba el Sheriff que aunque cada jornada aumentaban el grosor de las cadenas que le sujetaban cuello y torso, al día siguiente aparecían rotas en pedazos o sesgadas, sin que pudiesen dar explicación a aquellos prodigios. Se deshacía de las esposas porque se trataba de ropas incomodas, según sus declaraciones; sus manos siempre se conservaban calientes, aún en el duro invierno, y aunque no tenía oficio conocido podía ejecutar cualquier mecanismo o artilugio, incluso coser o pintar. También se descubrió su capacidad para crear fuego de la nada. El prisionero siempre estaba de buen humor, no mostraba recuerdos u opiniones y aceptaba la privación de su libertad de un modo tan ingenuo que asombraba a los representantes de la ley, además que no parecía interesarle su situación lo más mínimo.


En alguna ocasión se enfrentó a su encierro, gimiendo día y noche, y bramando como un salvaje. Bates transcribió sus gritos una noche especialmente larga en que el preso insistía una y otra vez con las mismas frases:


“Oh, thou cruel devils! Thou murderers! Man-slayers! Thou tormentors of man! How I burn to be revended! Help! Help! Lord help me to be avenged of those devils! Help me, that I may tear up this place! That I may turn it upside down! That there may not be one stick of it left! My hair shall not be shorn, nor my mails cut, till I grow as Strong as Sampson; then will I be avenged of all my enemies! Help! Help!”


Pero volvamos a la magia. La esposa de Smith no sólo se presentó el primero de mayo, el 29 del mismo mes, al entrar en la celda, se descubrió otra figura semejante a su mujer, sentada a la cabecera de su cama y con el Nuevo Testamento en las manos, como si le leyera. La muñeca se había confeccionado con jirones de ropa y paja, pero con tan simples materiales mostraba una expresión intensa en los rasgos. Smith, cómodamente reclinado, la escuchaba con toda su atención.


Salimos de la estancia respetuosamente para no volver hasta unos meses después. Abrimos la puerta, de nuevo en total oscuridad y distinguimos diez figuras en la penumbra. Hombres, mujeres y niños, cada uno vestido con una moda distinta, siguiendo las diferentes estaciones y según su oficio o actividad. Todos caracterizados de forma muy expresiva con trozos de ropa y paja, y pintados con sangre. Destacaba sobre todos ellos el que denominaba “Tambourine Man”, vestido con traje oscuro, como un Maestro de Música. Aunque era difícil descubrir los mecanismos por los que se movían, el maestro de la pandereta empezaba a tocar su instrumento y acompañado por la voz o el silbido de Smith el resto de ‘la familia’ empezaba a danzar. Había una joven rodeada de jóvenes galanes, y un militar llamado Napoleón que vestía de Arlequín y se enfrentaba a un viejo irlandés.


El espectáculo de Smith no dejó indiferente a sus carceleros y pronto la noticia de aquel genio se extendió por doquier. Vinieron viajeros de todo el mundo para apreciar su obra y con el dinero que le enviaban, ‘la familia’ llegó a contar con 24 figuras, la mitad de éstas bailando y el resto tocando instrumentos.


Henry More Smith fue perdonado de sus delitos y se le dio la libertad, pero esta resolución no le produjo ningún efecto. Marchó de New Brunswick con la orden de no volver, y por este motivo la historia escrita acaba justo aquí. Aunque ni nosotros ni el Sheriff podamos darle la espalda.


martes, noviembre 25, 2008

Ya Ho Wha 13 "The Operetta" 1975


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Lost Driver

Ciertamente, la gran mayoría de discos que por aquí les presentamos suelen encerrar historias tan extraordinarias que éstas trascienden la música o el contexto concreto en que fueron creadas. Entonces, las grabaciones se convierten en un hilo del que podemos tirar hasta hallar curiosos ovillos. Profundizando en la obra que hoy nos ocupa, he ido a dar de narices con uno de los relatos más fascinantes y extraños de la historia de la música: la vida de Jim Baker.

Este hombre nacido en Connecticut un 4 de Julio, era un experto en judo, tiro con arco y artes marciales en su adolescencia. Perteneció a los marines y fue condecorado con la medalla al honor y la Estrella de Plata durante la Segunda Guerra Mundial. Poco o nada se conoce acerca de su familia, pero sí el motivo que le llevó a instalarse en Los Ángeles y llevar una vida completamente opuesta a su pasado militar: James E. Baker quería probar suerte como actor de cine interpretando el papel de Tarzán.

Son los años 60. Su curiosidad por la filosofía y las religiones orientales le acerca a un grupúsculo de bohemios naturalistas conocido como los Natural Boys. Se convierte en un pionero abriendo el primer restaurante de comida vegetariana de la zona. En su afán por encontrar ‘la verdad’, establece un contacto con el maestro de ‘kundalini yoga’ Yogi Bhajan. Éste instruye a Baker en toda clase de enseñanzas espirituales, y nuestro protagonista lo considera como su verdadero padre espiritual en la Tierra. Es a partir de este momento cuando toma plena conciencia de su propósito en nuestro planeta. Acaba de nacer el “Padre”.


Rebautizado como Father Yod, empieza a congregar a su alrededor multitud de curiosos que aprecian sus postulados. A principios de los años 70 abre dos nuevos restaurantes en los que basa su sustento económico con la intención de fundar una sociedad alternativa bajo el nombre de Source Family. Ésta se establece primeramente en una mansión de Hollywood Hills, donde llegaron a convivir alegremente cientos de personas, entre hombres, mujeres y niños. Father Yod contaba con 13 esposas. Todos sus “hijos” fueron rebautizados con nombres relativos a divinidades mitológicas o causas naturales, siendo el apellido común “Aquarian”.


De entre todos los miembros que formaban su nueva y vasta “familia”, se hallaban algunos músicos que habían pululado en bandas de rock psicodélico y con ellos nació el ala musical de la Source Family, operando bajo diversos nombres, con miembros más o menos regulares. Como una actividad más en su día a día, sumada a la fabricación de sus propios ropajes, las meditaciones al alba, o la práctica de sexo tántrico, la música que desarrollaron estaba totalmente desprovista de premeditación o cualquier tipo de ensayo previo. Así, espontáneamente y tomando como base los cánticos de Father Yod, tenían lugar, normalmente entre las 3 y las 6 de la madrugada, sesiones improvisadas en las que se grababa absolutamente todo, sin edición de ninguna clase. Tal como afirman Octavius, Djin y Sunflower Aquarian en la interesante entrevista de Gary Bearman en Junio de 2001 para la revista Perfect Sound Forever, entre 1973 y 1975 llegaron a grabar 65 álbumes, de los que solamente nueve fueron prensados en limitadas copias que podían adquirirse en los restaurantes de la Source al precio de un dólar.

En 1975, tras varios pormenores con las autoridades, Father Yod recorrió el globo en busca de un nuevo hospedaje para la comunidad, que finalmente se trasladó a Hawai. A su regreso, cambia su nombre a Ya Ho Wha, y es cuando tuvo lugar la grabación de “The Operetta”. El 25 de Agosto de ese mismo año, nuestro hombre abandonó su cuerpo físico a consecuencia de una caída que sufrió volando en ala delta. Me detengo aquí, pero si quieren conocer algo más acerca del personaje y su obra, pueden visitar la web Yahowha.org.

Les dejo con esta música, del alma para el alma. Palabra de Ya Ho Wha.


Lost Driver


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martes, noviembre 18, 2008

Capulina Contra Los Vampiros (1971)


Conjugar el género de terror con la comedia puede dar como resultado los más terribles híbridos, monstruos incomprensibles que no mueven a risa ni a espanto, sino que provocan la estupefacción del que mira. Y no es que este resultado me inspire rechazo, en ocasiones puede resultar encantador. Creo suponer que en este ‘tour de force’ es crucial el tono y bajo mi punto de vista, y como predilección, la forma.



Capulina Contra Los Vampiros” es cierto que provoca en el espectador el estupor que antes citaba, pero en su caso, con las chispas deliciosas de la novedad, como la infantil sorpresa de cumpleaños que nos llega veinte años más tarde. Uno de los aciertos de la película es su humor absurdo, inasequible al intento de análisis intelectual. Por este motivo, este escrito se convierte en un ejercicio infructuoso, pero me resulta encantadora esta actividad, y el hecho de poder dejar constancia de las bondades de la cinta.



El humor absurdo se encarna en la poderosa presencia de Gaspar Henaine, quien todo lo puede, un tipo de comediante incontrolable, que conmueve y arrastra a la risa al mismo tiempo. Su personaje de Capulina vence desde el primer plano al espectador, complicándole en la historia desde la pantalla. Irresistible su bondad en esa mezcla de impunidad, desmesura y neurosis, como un infante gigante que arremete contra todos y contra ninguno.



La presencia rotunda de Capulina es un elemento decisivo en el encuadre de las escenas cómicas, enfrentado al actor Aurelio Perez, que como Carbonato, se convierte en el contrapunto delirante de las escenas a lo “Laurel & Hardy” o al lado de la célebre ‘vedette’ Rossy Mendoza como Pampa, la vampira.



El carácter improvisado de diálogos y secuencias en “Capulina Contra Los Vampiros” consigue un efecto curioso, al provocar que algunas escenas se alarguen más de lo necesario, para asombro y desorientación del espectador, que tal vez se encuentra a merced del balanceo de una risa sin final estipulado.



Vampiras con lazos rosas, flagrantes colmillos postizos y un enano que viste de rosa fucsia son el envoltorio que adorna el espíritu del héroe Capulina, ese caballero invencible, de generosidad en la carcajada, que forma parte de un tiempo, creo, muy remoto.