miércoles, mayo 31, 2006

El Laberinto del Mundo y El Paraíso del Corazón

Después de pasar un par de días ocupada en asuntos personales vuelvo para comentarles uno de los últimos libros que han caído en mis manos.

El Laberinto del Mundo y el Paraíso del Corazón” fue escrito a mediados del siglo XVII por Jan Amos Comenius, teólogo, filósofo y pedagogo que nació en lo que hoy es la República Checa.

Es fundamentalmente una narración alegórica (con muchos paralelismos con “La Divina Comedia”) y también un viaje iniciático narrado en primera persona y que tiene como protagonista al propio Comenius. Está escrito en tono autobiográfico, después de que el autor pasará por diversas desgracias en su vida y muestra el mundo como un complicado laberinto en el que nada parece tener sentido.

Para leerlo he tenido que recurrir a la versión en inglés del conde Lützow (a la que pueden acceder desde aquí) ya que no se conoce traducción ni edición española. Algo a lo que nunca me acostumbraré.

Les comento un poco el inicio de la narración para que se hagan una idea por si les apetece su lectura:

Comenius que se llama a sí mismo “el peregrino” decide emprender un viaje buscando qué ocupación en el mundo le puede resultar más agradable, como él dice “para investigar todos los asuntos que atañen al hombre bajo el sol”.

Pronto se le unen la “Ubicuidad” y también el “Engaño” como acompañantes y guías de su búsqueda, ambos sirvientes de la Reina “Sabiduría” que rige el mundo (también llamada “Vanidad”). “Ubicuidad” sujeta al peregrino con unas bridas hechas de “Curiosidad” y “Engaño” le da unas gafas que en lugar de hacerle ver las cosas más claras le hacen ver lo grande pequeño y lo pequeño grande, las cosas bellas feas, etc.

A continuación lo conducen a una torre muy alta que casi toca las nubes desde donde pueden ver la Ciudad del Mundo, rodeada de abismos y con dos Puertas, que se llaman de la “Vida” y de la “División”. Para traspasar la puerta de la “Vida” se tiene que pasar por delante del “Destino” que escribe en un papel la misión de cada persona que está esperando para entrar a la ciudad.

El primer contacto del peregrino con la Ciudad es en el Mercado Central, donde la gente se dedica al intercambio y al comercio. Comenius se da cuenta de que allí para relacionarse todo el mundo usa una máscara. Lo que consiguen en sus negocios depende mucho de su habilidad para usar esas máscaras. Muchos tienen deformidades faciales, partes de su cuerpo de animal o parecen monstruos, aunque se comportan como humanos. El peregrino no logra comprender como consiguen entenderse, ya que cada uno habla una lengua distinta…

Como pueden ver el contenido de “El Laberinto del Mundo” es prácticamente de carácter simbólico y es una crítica bastante dura a la falsedad del ser humano y también de los vicios de las distintas clases sociales y los excesos del poder de la monarquía, la iglesia o el ejército.

Aunque está escrito en el siglo XVII puede leerse perfectamente desde la perspectiva actual. Yo me he sentido fascinada leyéndolo, tiene un gusto muy marcado por lo grotesco y sus reflexiones sobre el mundo me divierten muchísimo.

Eso sí, sí quieren leerlo tendrán que recurrir a la versión online en inglés.

viernes, mayo 26, 2006

Cosmic Jokers. Sci-Fi Party

Ya saben que muchos viernes aprovecho para dejarles algún regalito. El de hoy es uno de mis discos favoritos: “Sci-Fi Party” de los Cosmic Jokers un viaje inspirado de ácido por las regiones más oscuras de la galaxia.

En 1972 el productor Rolf Ulrich Kaiser fundaba “Die Kosmischen Kuriere” invitando a varios músicos y personalidades de la época a participar en improvisaciones musicales en su estudio. Entre ellos estaban el artista/poeta/místico Sergius Golowin, Walter Wegmuller que venía de hacer el disco “Tarot”, el gurú del LSD Timothy Leary y músicos conocidos del Kraut como Klaus Schulze y Manuel Göttsching. Al parecer muchos ni siquiera sabían que aquello iba a comercializarse y el mismo Manuel Göttsching se asombró un día al entrar en una tienda de discos de Berlín y escuchar el sonido de su guitarra en una composición que no recordaba haber grabado.

El “Sci-Fi Party” es una recopilación de varias de las sesiones musicales que se grabaron entonces. Paradigma de lo que se ha querido llamar “Cosmic Rock”, los temas son extrañamente hipnóticos, música de otro mundo, con la guitarra blues de Göttsching y arreglos electrónicos extrañísimos.

Les dejo el enlace para descargar el disco: Cosmic Jokers

1. Im Reich der Magier (8:27)
2. Der Herrscher (2:48)
3. The Cosmic Curriers meet South Philly Willy (5:25)
4. Kinder des Alls I (3:40)
5. The electronic scene (2:23)
6. Kinder des Alls II (3:43)
7. Interplay of forces (5:13)
8. Planeten sit-in (3:15)

jueves, mayo 25, 2006

Por cierto, que se me olvidaba...

Pues nada, recordarles que hoy

es el día de la toalla

¿Como podía olvidárseme tan magna celebración? Si llevo toda la semana oyéndolo... ¡Me uno a los festejos! (También en ADLO! , La Página 36 , El infierno de tu sonrisa, Trueque mental, El Blog Ausente y en ZUMO de ZIGURAT)

Y recuerden que una toalla a mano puede salvarles de más de un apuro.


*A modo de apunte aprovecho para añadir que mi ilusión máxima (aunque puede que no venga a cuento) siempre ha sido ser "un pequeño burgués"
"Para ser un pequeño burgués,
ciertamente hay que estar preparado.
Aprender un poquito de inglés
y modales de superdotado.
Por aquello de ser o no ser,
es preciso tender muchas redes,
habitar un coqueto chalet
y soñar con tener un Mercedes.
La mujer de un pequeño burgués,
deberá procurarse un amante
y vencer por detrás el estrés
que el marido le da por delante.
La mujer de un pequeño burgués,
la mujer de un pequeño burgués"

Autómatas (II): El Trono de Salomón

Sobre el mítico “Trono de Salomón” existen diversas descripciones distintas y se cree que debió pasar por varias fases en su construcción. En lo que casi todas las narraciones coinciden es en el árbol de bronce con pájaros cantores, en los artificios mecánicos en forma de leones y grifos y en que poseía un sistema que conseguía que el trono se elevase, haciendo que el asiento tan pronto estuviera en el suelo como en el techo (dejando perplejos a los visitantes, que no debían saber ya donde mirar).

En la Biblia, en el primer libro de Reyes, ya se describe el trono:

“Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.
Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo; y a uno y otro lado tenía brazos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones. Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono semejante”.

Pero es en algunas leyendas árabes donde se dan más detalles de su estructura: Los escalones de mármol y oro estaban flanqueados por dos leones (también de oro) que cuando Salomón subía al trono alargaban sus patas y golpeaban el suelo con el rabo. El trono entero daba vueltas rápidas y estaba rodeado de palmeras, parras, águilas y pavos reales. La vegetación era de oro, incrustada con rubíes y esmeraldas. Los pájaros protegían a Salomón y dispersaban en el aire esencia de almizcle. Cuando se instalaba en el trono una paloma mecánica volaba hasta él y le alcanzaba la “Torah”, que usaba para dar sus veredictos.

Me imagino que los súbditos que se acercaban a ver a Salomón en busca de sus justas sentencias debían quedar atónitos ante tal despliegue de maravillas: el rey dando vueltas, los leones moviendo el rabo y rugiendo, el asiento arriba y abajo… Y el caso es que Salomón y el trono debían mantener una relación muy especial, porque algunas historias cuentan que cuando cierto faraón egipcio capturó el trono e intentó subir a él uno de los leones le dio un golpe en el muslo y cayó, quedándose lisiado para el resto de su vida. Y también dicen de Nabucodonosor que sufrió la misma suerte: se llevó el trono a Babilonia y al intentar subirse el león lo arrojó, quitándosele las ganas de volver a intentarlo.

Una de las funciones que tuvo el trono a lo largo de su particular historia fue la de impresionar a los invitados que llegaban a Bizancio de otros países, como relata Liutprando de Cremona en el año 948 en época ya de Constantino VII:

“En la parte anterior del trono del emperador había un árbol de bronce dorado cuyas ramas estaban llenas de pájaros de la misma materia, de diversas variedades que, según su especie, emitían voces diferentes. El trono del emperador (…) era enorme; no sé de bronce o de madera. Dos leones dorados similaban custodiarlo (…). A mi llegada los leones rugieron y los pájaros cantaron según correspondía a sus distintas especies, pero no sentí ningún temor ni ninguna maravilla, porque había sido informado de todo cuanto allí había. Tres veces cumplí el acto de adoración inclinándome al emperador; después alcé la cabeza y, en un momento, vi sentado junto al techo de la sala y vestido con otros trajes al hombre que acababa de ver en el trono apenas elevado sobre el suelo. Del modo que esto ocurrió apenas he logrado comprenderlo”.

Por el relato de Liutprando de Cremona (que estaba advertido de los prodigios del trono y que se cuidó bien de parecer impertérrito) deduzco que además de subir y bajar en el asiento el emperador aprovechaba para cambiarse de traje… Todo un alarde de magia.

Más artificios mecánicos: Autómatas: Apega

miércoles, mayo 24, 2006

Edicto real: Detienen a un Ladrón que se fugó de la Cárcel hace 40 años

Ni el Inspector Gerard en “El Fugitivo”, ni el Coronel Decker del “Equipo A”. Estos sí que se toman muy en serio su trabajo:

SAN FRANCISCO - Las autoridades del Estado de California han conseguido rastrear la pista de un ladrón y detenerlo, después de que éste se escapara de una de sus cárceles hace casi 40 años.

La pista llevó a Michael Smith, un pintor de 63 años que usaba el nombre de soltera de su madre y que vivía en un remolque en el Estado norteamericano de Oklahoma, según la policía.

Smith llevaba cumplidos tres años de los cinco por los que estaba condenado cuando se escapó del correccional de Soledad en June de 1968, según el relato de Terry Thornton, del Departamento californiano de prisiones y rehabilitación (CDCR, por sus siglas en inglés).

La prisión, con un nivel de seguridad muy bajo, ofrecía a sus internos programas de trabajo y estudios.

Un agente de la CDCR sacó de los archivos el caso de Smith en diciembre de 2003 y, desde entonces, la pista lo ha llevado a Creek County (Oklahoma), donde los ayudantes del sheriff local detuvieron al prófugo, dijo Thornton.

Smith será extraditado a California, mientras que las autoridades penales de este Estado "continuarán la búsqueda de fugitivos que escapen de su custodia o supervisión hasta que que sean encontrados", dijo Rick Rimmer, ayudante del secretario de la oficina de Seguridad del sistema penitenciario de California.

Noticia extraída de aquí.

martes, mayo 23, 2006

Aromas de Nardo Indiano que Mata y de Ovonia que Enloquece.

Hace algunos meses ya que le dedicaba una entrada aquí en el blog a Antonio de Hoyos y Vinent (concretamente a “El Crimen del Fauno”), uno de mis escritores españoles predilectos. Ya entonces comentábamos el injusto silencio que hay alrededor de su figura… nunca entenderé porque siempre se reivindica a los mismos cuatro y en cambio hay tantos autores atractivos por redescubrir. Bueno, la cuestión es que “Aromas de Nardo Indiano que Mata y de Ovonia que Enloquece” se me resistía, no había manera de encontrarlo en las librerías de viejo habituales. Gracias a que existe “Iberlibro” al final ha caído en mis manos. Y es que con ese título (no me digan que no dan unas ganas tremendas de leerlo sólo oírlo) se me hacía la boca agua al imaginar qué macabros perfumes nos describiría el señor de Hoyos.

En palabras de mi admirado Luis Antonio de Villena, “Antonio de Hoyos y Vinent, marqués de Vinent, era un hombre (según los recuerdos y retratos de quienes le conocieron) alto, de corpulencia un algo desgarbada, de voz paposa (por su sordera de nacimiento), envuelto siempre en una elegancia excesiva y abrumadora. Camisas de seda, ternos impecables, inmensos gabanes con amplios cuellos de piel, finísimos guantes y, en las manos, magníficas y raras sortijas –González Ruano habla de una amatista descomunal-y, siempre, su monóculo de concha. Frecuentaba las reuniones de la aristocracia, algunos círculos de literatos y el mundo de los toros; los cafés cantantes y el sórdido ámbito –que a veces es lujo- de los malos rincones. Acompañado por una pequeña y deslumbrante corte (el exquisito figurinista Pepito Zamora, Gloria Laguna, marquesa y mujer de fuste, y la bailarina exótica Tórtola Valencia), gustaba de confundirse, homoerótico y prostibulario, con chulos, hetairas y torerillos en sus nocturnos recorridos por los barrios bajos. El lujo, la decadencia, los placeres prohibidos, la sensación a la par de sensualidad, pecado y misticismo, se mezclaban en él, entre el oropel brillante de sus poses y atuendos, con el arrabal de la torería, el cuplé y los proxenetas”.

Si les cito este fragmento (del imprescindible “Corsarios de Guante Amarillo” de Villena) no es casual. Todo este mundo turbio y de exotismo folclórico al que alude Luis Antonio aparece de forma recurrente en los pequeños relatos, -a veces pretextos para retratar su mundo-, del volumen: Mujeres envueltas en vestiduras imposibles, antros sórdidos habitados por príncipes decadentes y lánguidos jovencitos, ladrones y cantaoras; nubes de opio, venenos varios, aires de Persia y referencias a una religiosidad de tintes místicos.

Todos estos elementos se confunden y se entremezclan en una obra turbadora y lisérgica. Que maravilla recorrer los arrabales de Madrid y el brillo sucio de sus luces nocturnas de la mano de tan insigne anfitrión.

Aquí les dejo un fragmento de “Noche de China” por si les pica la curiosidad. Es el relato que inicia el libro, en el que un viejo caballero decadente en pleno carnaval de Londres sigue a un estrambótico chino y entra en un fumadero de opio donde presencia exóticas danzas orientales y es atacado por unos canallas:

“Ya en la calle, no sé cómo mis pasos me llevaron hacia el Wythe Chapell. La niebla era tan densa que daba la impresión asfixiadora de andar entre algodones. Siluetas confusas flotaban como condensaciones de la niebla que fingían siniestros monjes encapuchados, torturados penitentes de alto capirote, pierrots grotescos, innobles bebés. Mujeronas con ademanes de marimacho y soldados de adamada apostura. De vez en cuando la luz de un reverbero de gas caía sobre los pingajos y era una nota verde rabioso, azul añil o rojo sangre.

De improviso un olor conocido me hizo estremecer. ¡“Noche de China”!... Sí. Era el aroma inconfundible, el aroma a sándalo, a ámbar, a flores marchitas y, ¿por qué no decirlo?, un sutil olor a podredumbre, algo muy vago, muy tenue, pero que yo percibía con toda claridad.

Miré, buscando de donde podría venir, y entonces vi, caminando a algunos pasos delante de mí, un chino, un auténtico chino. ¿Caminando? No; hallábase ante la puerta iluminada de un pequeño pabellón, una puerta de papel miniado como un farol chinesco, y se inclinaba ante mí con mil reverencias y zalameos, invitándome a entrar. Y, cosa rara, mientras la niebla impenetrable borraba todo lo demás, allí se disipaba, y a la luz amarillenta veía yo al chino con sus pantalones de seda azul, su blusa negra y su cara de cera cubierta de innumerables arrugas, entre las que relucían los ojillos negros, menudos y brillantes como los de las ratas.

Entré y sentí la sorpresa de encontrarme en una casa de te, una casa toda colgada de flores y de farolillos de papel, en que una muñequilla, vestida de peregrinas sedas estampadas de dragones como una Hija del Cielo, como una princesa de la dinastía de los Ming, una poupée de ojos oblicuos y boca breve, me brindaba con la delicia de sus gestos menudos unas esterillas, unos cojines de cuero y una pipa.

Por un momento, uno solo, me pareció que las flores eran de papel y la muñeca una prostituta vieja y repintada; pero inmediatamente volví a revivir la prodigiosa “Noche de China”.

Humo. Súbitamente, cuando una laxitud divina me invadía, el humo poblóse de reflejos. Una danza de espadas, de puñales… Hojas azules que lanzaban chispas, que se entrechocaban… Rostros… ¿Eran chinos de cansadas facciones, hombres de Oriente?... Una pausa de lucidez… Los rostros de los hijos del Celeste Imperio me parecían rostros de canallas, maculados por todos los vicios y todas las fatigas; caras de apaches, pálidas, surcadas de hondas arrugas, esas carátulas de goma que venden en los bulevares. Y las gorras de grandes viseras y los pañuelos rojos que rodeaban los cuellos completaban la ilusión siniestra.

La danza de las espadas, de los alfanjes o de los puñales -¿qué era aquello que lanzaba un chisporroteo azul, como si de su cruce y entrechocar surgiesen fuegos fatuos?- proseguía en la niebla, que se iba densando. Mejor que niebla parecía humo, un humo denso y perfumado. Nada faltaba al horror de aquella danza, ni aun siquiera el tragigrotesco espanto de las mascaras horrendas y abrumadoras de la liturgia tibetana. Pero lo más extraño, lo peregrino, era que las mascaras aparecían siempre entre los tapabocas de colorines y las gorras achuladas. Las aceradas hojas rozaban mis carnes; pero mi torpeza era tal, que, cuando trataba de moverme, me hacía la impresión de que mi fatiga se me incrustaba en los brazos y las piernas como si fuesen cortantes ligaduras. Al fin no pude más, y, como en las pesadillas en que caemos al fondo de un abismo, me dejé resbalar inerme en aquel sopor.

A la mañana siguiente –concluyó el señor Heliogábalo- los policemen me recogieron atado, casi desnudo, tirado en el fondo de un horrible callejón sin salida.

Durante un mes bordeé la locura y la muerte”.

lunes, mayo 22, 2006

El Trono del Tercer Cielo

Nuestro encantador invitado de hoy es un curioso artista que, en secreto, se dedicó a construir un trono áureo con restos de basura. Nadie podía imaginar que este amable conserje guardaba en el garaje una obra tan increíble.

James Hampton nació un 8 de abril (como yo) de 1909. Su padre era cantante gospel y predicador. De su vida hay pocas noticias: en 1928 dejaba su residencia en Washington para reunirse con su hermano Lee. Juntos compartían apartamento. Trabajó en un restaurante de comida rápida hasta 1942 que ingresó en las Fuerzas Armadas. Y en 1946 de nuevo en Washington comenzó a trabajar de portero nocturno y alquiló un garaje.

Hasta aquí todo normal. Su hermano falleció en 1948 y él moría de cáncer en 1964. Pero aproximadamente un mes después de su muerte, Meyer Wertlieb, el dueño del garaje, encontró en el interior de la cochera un trono enorme resplandeciente.

Llevaba construyéndolo nada menos que catorce años, con material de deshecho que encontraba: papel de aluminio y papel dorado, muebles antiguos, cartulina, bombillas usadas, trozos de espejo y demás restos reciclados enganchados con pegamento y alfileres.

Había escrito de su puño y letra el título de la obra sobre ésta: “El Trono del Tercer Cielo de la Milenaria Asamblea General de Naciones”, y había añadido las palabras “Fear Not” en el trono central. Muchos de los objetos tenían inscritas citas del “Apocalipsis” bíblico. Los objetos de la parte izquierda estaban hacían referencia al Nuevo Testamento y los de la derecha al Viejo.

Parece ser que este grandilocuente proyecto de Hampton estaba relacionado con ciertas visiones o revelaciones que tenía en sueños que dejaba escritas en cartulinas. También se encontró una libreta a la que había titulado “San Jaime: El Libro de las 7 Dispensaciones” escrito en código y en el que se refería a sí mismo como San Jaime y acababa cada página con la palabra “Revelación”.

Les adjunto algunas fotografías de la obra de Hampton (que a día de hoy se encuentra en el “Smithsonian American Art Museum”). No sé que pensarán de las imágenes pero a mí me emocionan muchísimo, es la obra de un místico, de un genio visionario. Que preciosidad.


viernes, mayo 19, 2006

Harpya, Raoul Servais (1979)

Esta pequeña joya de increíble riqueza visual ganó el premio al mejor cortometraje en Cannes en 1979. Era la primera vez que Raoul Servais se atrevía a mezclar animación con escenas reales: los personajes están filmados en color (con una 35 mm) y los fondos expresionistas son en su mayor parte pintados. El resultado es realmente espectacular y dota de un peculiar ambiente surrealista al film aunque su realización fue muy laboriosa.

Harpya nos ofrece una interesante interpretación sobre el mito de Fineo: Un amable transeúnte durante su paseo nocturno se presta a ayudar a una dama que está a punto de ser estrangulada por un asaltante. Para su sorpresa después de socorrerla advierte que se trata de una verdadera Harpía, pero eso no impide llevársela a su casa para cuidarla. Aquí comenzará el suplicio del pobre enamorado, ya que la bestia -mitad mujer mitad pájaro- engulle con ansia cualquier alimento que encuentra, incluso las frutas pintadas de los bodegones. Mientras él desfallece de hambre se establece entre ellos un clima de desconfianza en el que se vigilan continuamente, hasta el punto que la Harpía acaba devorando sus piernas para impedir que escape. En un breve descuido en el que la seduce con la música de un gramófono aprovechará para escapar, aunque no llegará muy lejos y el cortometraje acaba de igual forma que empieza, con otro caballero socorriendo al monstruo…

Harpya es un relato fantasmagórico y una historia de horror psicológico sobre el servilismo y la esclavitud del amante, desarrollados de forma poética. La metáfora es obvia, representando la mujer el egoísmo y la avidez sin límites. En este cuento no hay posibilidad de escape, ya que la sociedad se divide entre las Harpías y los cautivos, todos ellos relativamente cómodos en su rol hasta que su relación inevitablemente se rompe.

Aquí les dejo a la Bella monstruosa. No la alimenten demasiado:


jueves, mayo 18, 2006

Motorcycle Funerals

Si hace poco les ofrecía la oportunidad de celebrar sus nupcias en una iglesia hinchable ahora les brindo una opción diferente si les preocupa su viaje al más allá.

Con el slogan “For a Dignified Final Ride” esta compañía inglesa les proporciona un último paseo en sidecar a los amantes de las dos ruedas. Y es que el clásico coche funerario ya está muy visto. ¿Qué mejor que sentir la brisa en el trayecto hacia el cementerio en una de las preciosidades que ofrece la web? Si no fuera muy políticamente incorrecto yo optaría por llevar al difunto directamente en el asiento del pasajero, o si esto les parece muy hard, por lo menos hacer una obertura en el ataúd para que pueda disfrutar por completo de este capricho que se permite tan cerca ya de la tumba.

Los de Motorcycle Funerals han pensado en todo, incluso en modelos cubiertos para evitar las inclemencias del tiempo británico. Y es que: que triste imagen aparecer empapado ante amigos y familiares para la despedida final.

Aunque personalmente no me convence mucho esta opción, les dejo el enlace a la página por si se anima algún aventurero.

miércoles, mayo 17, 2006

Relatos de lo Inesperado

Desde tiempos inmemoriales, y si el cansancio me lo permite, antes de dormir leo un fragmento de algún cuento de Roald Dahl. Tienen el maravilloso don de hacerme los sueños mucho más placenteros.

Aunque estaba algo estancada en su universo infantil, con “Relatos de lo Inesperado” he dado el salto a su mundo adulto, con esas historias sádicas y retorcidas llenas de trampas.

Y veo que no soy la única fan de este recién descubierto volumen de Dahl, que tiene muchos amigos. Alfred Hitchcock adaptó para la TV muchos de sus relatos, incluyendo el famoso “Cordero Asado” en el que una esposa despechada asesina a su marido con una pata de cordero que después sirve con sangre fría a los policias colegas del difunto asada con patatas.

Los dieciséis relatos comparten un sutil humor negro y un gusto por lo macabro bastante divertido. La mayoría se centran en las relaciones de pareja, matrimonios mal avenidos en los que uno de los conyuges suele ejercer de torturador psicológico (si tienen problemas de pareja estos crímenes pueden hacerles sublimar algún que otro impulso violento). Uno de mis favoritos es “Edward el Conquistador” que tiene como protagonista a un gato que podría ser la reencarnación de Franz List, aunque el pobre felino melómano acaba quemado en el jardín por el marido, harto de que su esposa tarde en hacer la cena y sólo toque el piano para el gato.

En los 70 se adaptaron para la pequeña pantalla en una serie británica presentada por el propio Dahl que aparecía con talante bonachón en un sofá junto al fuego, presentando estas encantadoras historias con final sorpresa. He conseguido algunos episodios y los estoy viendo estos días encontrandome con alguna celebridad incluida en el cast: Joseph Cotten, Joan Collins, Susan George, etc.

Una delicia.

Para acabar les dejo este fragmento de una de las historias más adaptadas del libro, “Hombre del Sur”, que Hitchcock filmó en su “Alfred Hitchcock presenta” y Tarantino homenajeó en “Four Rooms”:

-¡Oiga, oiga, espere un momento! –El chico se recostó en la hamaca y sonrió-. No puedo consentir que apueste eso, es una locura.

-No es una locura. Usted enciende su mechero y el Cadillac es suyo. Le gustaría tener un Cadillac, ¿verdad?

-Claro que me gustaría tener un Cadillac. –El cadete seguía sonriendo.

-De acuerdo, yo apuesto mi Cadillac.

-¿Y qué apuesto yo? –preguntó el americano.

El hombrecillo quitó cuidadosamente la vitola del cigarro todavía sin encender.

-Yo no le pido, amigo mío, que apueste algo que esté fuera de sus posibilidades, ¿Comprende?

-Entonces, ¿qué puedo apostar?

-Se lo voy a poner fácil. ¿De acuerdo?

-De acuerdo, pongamelo fácil.

-Tiene que ser algo de lo cual usted pueda desprenderse y que en caso de perderlo no sea motivo de mucha molestia. ¿Le parece bien?

-¿Por ejemplo?

-Por ejemplo, el dedo meñique de su mano izquierda.

-¿Mi qué? –dejó de reír el muchacho.

-Sí. ¿Por qué no? Si gana se queda con mi coche. Si pierde, me quedo con su dedo.

-No le comprendo. ¿Qué quiere decir quedarse con mi dedo?

-Se lo corto.

-¡Rayos y truenos! ¡Eso es una locura! Apuesto un dólar.

martes, mayo 16, 2006

Edward Mordake y su gemela diabólica

En “Anomalies and Curiosities of Medicine” leo este precioso cuento de un joven atado al bello rostro de su hermana diabólica:

“Una de las historias más raras así como de las más melancólicas de la deformidad humana es la de Edward Mordake, quien iba a ser el heredero de una de las familias más nobles de Inglaterra. Sin embargo nunca reclamó el título y se suicidó a los veintitrés años. Vivía en un retiro absoluto, evitando las visitas incluso de los miembros de su familia. Era un joven de grandes conocimientos, un buen estudiante y un músico de rara habilidad. Su figura era remarcable por su gracia natural, y su rostro –su rostro natural- era como el de Antinoo. Pero en la parte de atrás de su cabeza había otra cara, la de una chica muy guapa, “adorable como un sueño, atroz como un demonio”. El rostro femenino era una mera máscara, “ocupando sólo una pequeña zona de la parte posterior del cráneo, aunque mostrando signos de inteligencia de aire maligno”. Se la había visto sonriendo y burlándose mientras Mordake lloraba. Sus ojos seguían los movimientos del espectador, y sus labios se movían sin cesar. La voz era inaudible pero Mordake aseguraba que durante la noche no podía conciliar el sueño debido a los odiosos susurros de su “gemela diabólica” como él la llamaba, “que nunca duerme, pero que me habla de tales cosas de las que sólo se oyen en el infierno. La imaginación no puede concebir las tentaciones espantosas en las que me envuelve. Por alguna imperdonable maldad de mis antepasados estoy cosido a este demonio – porque estoy seguro que es un demonio. Yo ruego y suplico para que lo eliminéis del mundo, aunque yo muera”. Estas eran las palabras del desventurado Mordake a Manvers y Treadwell, sus médicos. Aunque lo vigilaban constantemente consiguió procurarse veneno, debido a lo cual murió, dejando una carta en la que pedía que la “cara demoníaca” fuera destruida antes de su funeral, “para que no continuase con sus espantosos susurros en la tumba”. Por petición propia fue enterrado en tierra baldía, sin ninguna lápida o marca que dejara constancia de su tumba”

Tom Waits le dedicó una de las canciones que realizó junto a su mujer Kathleen Brennan para el montaje de Robert Wilson de la obra "Alice", inspirado en el País de las Maravillas. Les dejo este enlace a la letra de la canción por si sienten curiosidad.

lunes, mayo 15, 2006

De lo Fantástico Visionario (V): El Teatro Trágico de Monsù Desiderio

La primera vez que tuve contacto con la figura de Monsù Desiderio fue en la estupenda exposición que se organizó en el CCCB en el 2003: “La ciudad que nunca existió. Arquitecturas fantásticas en el arte occidental” sobre arquitecturas imaginarias de desde la época romana hasta la actualidad.

Los espacios fantasmales, un escape para la imaginación, que creaba el pintor napolitano me sedujeron muchísimo pero cuando intenté buscar información sobre el artista no encontré nada, el vacío más absoluto. Apenas hay un catálogo bastante mal documentado sobre Desiderio de una exposición monográfica que se hizo de su figura en Metz el año pasado.

Lo que se conoce de él es esto: Al parecer los cuadros que se conservan con su firma pertenecerían a dos artistas diferentes del siglo XVII procedentes de Lorena que trabajaban en el mismo taller napolitano. Didier Barra, un pintor bastante convencional que hacía principalmente panorámicas de Nápoles por un lado, y los caprichos arquitectónicos de François de Nomé por otro, caracterizados por una acumulación de elementos decorativos y una imaginación desmedida.

François de Nomé sería pues el artista enigmático de escenarios apocalípticos. Les adjunto algunas de sus obras que en mí provocan un auténtico síndrome de Stendhal. La mayoría de estos artificios extraños son ventanas a una pesadilla sensual, el telón de fondo de nuestros miedos y nuestras conquistas.

Edificios inexistentes que a menudo aparecen sumergidos en el caos, azotados por los elementos: temblores de tierra, incendios… Sus habitantes, si es que los hay, aparecen diminutos al lado de las arquitecturas desmesuradas; y las galerías, escaleras, columnas salomónicas, esculturas, inundan el espacio en un horror barroco.

Una puerta al fin del mundo. No hay lugar para el reposo, ni los cuadros de Desiderio son terrenos habitables, son estancias en las que uno no debe estar, evocadas desde el sueño pero inapropiadas para la vida. Uno se sofoca ante sus excesos, ante sus rincones oscuros que parecen poseídos por alguna maldición.

Laberintos de la mente, teatros para nuestras fantasías… ¿Quién no ha deseado perderse en el límite entre el interior y el exterior?

Más mundos fantásticos:

De lo Fantástico Visionario (IV): “Edipo y la Esfinge” de Gustave Moreau.

De lo Fantástico Visionario (III): Peter Milton. Proyecciones de un pasado perdido.

De lo Fantástico Visionario (II): Virgil Finlay. Ilustrando los Horrores de Lovecraft.
De lo Fantástico Visionario: La Isla de los Muertos (no se pierdan la fantástica reseña del cuadro de Böcklin en Días del Futuro Pasado)

viernes, mayo 12, 2006

Diálogos que me dejaron KO: “Cuando Ruge la Marabunta”

Muchos debimos ser los que quedamos traumatizados con este diálogo entre Christopher Leiningen (Charlton Heston) y (Joanna Leiningen) Eleanor Parker en “Cuando Ruge la Marabunta” ya que (y con el post ya preparado) la semana pasada leía sobre esta misma escena en otro blog.

La película bien podría haberse llamado “Cuando ruge Charlton Heston” ya que el actor, perpetuamente cabreado, se pasa todo el metraje sobreactuado en exceso a punto de devorar a la bellísima Eleanor (como me gustaba en Scaramouche). Y es que estas historias ambientadas en la selva siempre servían de excusa para que las pasiones se desatasen, incluso provocando terribles catástrofes naturales.

Pero les poco en antecedentes sobre el argumento por si no la han visto: Christopher Leiningen (Charlton Heston) es el propietario de una inmensa plantación en América del Sur. Se ha casado por poderes con Joanna (Eleanor Parker) y ella llega a la hacienda dispuesta a entenderse lo mejor posible con su histérico marido que a su edad aún no ha conocido mujer. Mientras surge el aviso de que se acerca una enorme colonia de hormigas gigantes que arrasarán todo a su paso, el matrimonio no deja de aprovechar la menor ocasión para demostrar las ganas que tienen de irse de una vez a la cama, discutiendo acaloradamente, por supuesto. Y aquí llegamos al momento que Leiningen descubre que su mujer no es virgen y ocurre la famosa secuencia del piano que les reproduzco a continuación (que demuestra que, definitivamente, él no tiene la menor idea de música):

-¿Quiere usted que hablemos en francés?

-Yo no hablo francés. Simplemente quise averiguar si es la eminencia que mi hermano describía.

-Sí. (Enfadada) ¡Una mujer hecha a su medida! Domino varios idiomas, toco el piano, mi conversación es inteligente y mis dientes perfectos. ¿Quiere usted contármelos también? ¿No es eso lo que se hace con los caballos? ¡Se les miran los dientes! ¡Por fortuna no me falta ninguno!

-Ni mal genio tampoco.

-Sí, ya lo sé. A usted no le gustan las mujeres con mal genio.

-No me asustan. Yo lo tengo mucho peor.

-¿Quien lo iba a imaginar?

-Es usted una mujer excepcional: inteligente, bonita, sin embargo debe de tener algún defecto. No voy a tener la suerte de encontrar una mujer perfecta sin salir de la selva. Todo el mundo tiene defectos.

-Ah… Creí que no le gustaba, que le había decepcionado… Lo que tiene es miedo de mí.

-¿Usted cree?

-Ansía descubrir en mí un defecto, algo que desmerezca en su opinión.

-Conoce bien a los hombres.

-Quiere completar su obra con una mujer a tono con el resto de su mobiliario, traído por el río con enormes dificultades para alimentar su vanidad y que las termitas no se lo arrebaten. Era esa la clase de esposa que exigía. Ahora me encuentra a mí y le inspiro miedo.

-Insisto en que conoce bien a los hombres.

-Mejor que usted a las mujeres.

-¿Dónde lo aprendió? ¿De qué hombre? ¡He puesto el dedo en la llaga!, ¿verdad? ¿Ha pertenecido a otro?

-Estuve casada. ¿No se lo dijo su hermano?

-No. Eso me lo ocultó. Me refirió todos los pormenores, su vida entera, todo menos eso.

-No es mía la culpa. Fue un olvido involuntario. Le advertí que se lo dijera.

-Quizás mi hermano me conoce mejor de lo que yo creía. ¿Cuánto tiempo estuvo casada?

-Casi un año. Se mató.

-¿Cómo?

-Bebía. Era muy alegre, muy simpático y muy borracho. Y una noche salió a caballo más alegre y también más borracho que nunca. Su hermano me dio dinero para pagar sus deudas.

-Sería un pobre inútil.

-Era el hombre más bueno que he conocido.

-Un hombre débil al que no quería.

-Sí le quería.

-¿Cuántos más se han cruzado en su vida?

Ella calla.

-Señora… Ha visto usted mi casa, tardé siete años en construirla, un auténtico milagro en el corazón de la selva. La gente se reía de mí, de mi afán por conseguirla, pero yo no hice caso, quería rodearme de las cosas hermosas de la vida. Crear una familia y poder ofrecerle una casa de la que me sentí siempre orgulloso, en unas tierras que arrebaté a la selva y al río sólo con mi voluntad. ¡La única exigencia que yo imponía era que todo cuanto subiese por el río fuese nuevo, que valiera la pena! Por ejemplo, ¡el piano ante el cual se sienta jamás fue abierto por nadie antes de su maldita llegada!

Ella da un golpe a las teclas del piano, se levanta y tras una pausa dice:

-Si usted supiera más de música, se daría cuenta de que un piano suena mejor cuando se ha tocado. Este no es un buen piano…

Y se va.


En anteriores episodios:
Diálogos que me dejaron KO. Espartaco

miércoles, mayo 10, 2006

Todos sabemos lo que se ríe uno con Oliver Twist

Incauta de mí, esta mañana he tenido la ocurrencia de aceptar uno de esos diarios gratuitos que le hacen más ameno a uno el viaje en el tren. Y leo esto:

Literatura para partirse de risa

“Hay personajes, diálogos y situaciones que despiertan en el lector la necesidad de decírselo a todo el mundo sin poder reprimir una carcajada. Si el libro es divertido, la ecuación no falla. 20 minutos ha hecho una selección de las obras más divertidas que se pueden encontrar en las librerías”.

Hasta aquí todo se presenta aparentemente normal: uno de esos artículos de relleno en la sección de cultura. Pero ahora viene lo asombroso, comienzo a leer los títulos incluidos en la lista: que si Buenafuente, el Diario de Bridget Jones, Groucho Marx, etc. Pase que “el Fantasma de Canterville” de Wilde pueda arrancar alguna sonrisa…, incluso que el sarcasmo de “Gargantúa” se pueda incluir entre “las obras más divertidas” pero, ¿esto?:

C. Dickens.- ‘Oliver Twist’: Un huérfano que, vapuleado por la vida, termina en una banda organizada de ladrones.

¿Dónde está la gracia? Me pregunto. Pero, ¿esta señora ha leído Oliver Twist? (pregunta retórica). Cierto que la banda de pilluelos de la historia le puede hacer sonreír a uno, pero ¡hombre! que es un drama como una catedral.

No debería indignarme, lo sé, debería hacer como si no lo hubiera visto y pasar la página con una sonrisa benévola, pero no lo puedo evitar, este tipo de artículos me irritan sobremanera. ¿Cómo alguien puede recomendar algo que no ha leído? ¿De qué página de Internet habrá sacado estos libros?

Si quiere la próxima vez le ayudo a confeccionar la lista y entre las novelas más hilarantes además de “Oliver Twist” y, (¿por qué no? ya que estamos con Dickens) “Tiempos difíciles”, incluimos “Cumbres Borrascosas”, las “Confesiones de un inglés comedor de opio” y “Lo que el Viento se Llevó”.

martes, mayo 09, 2006

Carlo Gesualdo, el Príncipe de Venosa.

Ya conocen mi particular pasión por los artistas cuyas excentricidades y almas torturadas a menudo han pasado por encima de sus meritos artísticos. En el caso de hoy, Carlo Gesualdo, uno de los músicos más significativos del Renacimiento italiano, compositor de maravillosos madrigales, se dice de sus creaciones que sólo podía haberlas escrito un psicótico.

Segundo hijo de Don Fabrizio Gesualdo y por lo tanto nacido en una familia aristocrática muy vinculada a la Iglesia, ya sus primeras composiciones de juventud tienen un estilo totalmente nuevo: experimentaba con extrañas armonías cromáticas y giros imprevistos. Escogió poemas llenos de paradojas y de imágenes eróticas y les puso música como en una improvisación inspirada, con la música totalmente distorsionada, escogiendo temas trágicos y buscando siempre lo más espeluznante y grotesco.

Pero Gesualdo fue más conocido en su época por su vida que por sus magníficas obras. En 1586 se casó con su prima Donna Maria d’Avalos, varios años mayor que él y que había estado ya casada en dos ocasiones. Un día Carlo fingió que salía a cazar y cuando volvió a su casa de forma imprevista encontró a su mujer en la cama con su amante: Fabrizio Carafa. Los informes de su venganza abundan en crueldades. Carlo hizo que sus sirvientes les dispararan varias veces y después los destrozaran con la espada, además de mutilar sus genitales mientras él observaba la escena como espectador complacido, incluso colaboró con algún corte. Pero esto no fue suficiente, observando a su pequeño, advirtió que guardaba mucha mayor semejanza con Fabrizio Carafa que con él mismo y mantuvo al niño colgado en la cuna del techo hasta que murió asfixiado.

A partir de aquí y aunque volvió a casarse y tuvo otro hijo, la salud mental del príncipe se fue deteriorando. Se sentía culpable por la muerte de sus dos hijos y se sometía a flagelaciones y prácticas masoquistas para expulsar a los demonios que habitaban en su cuerpo. Además de obsesionarse completamente con la figura de su tío, San Carlo Borromeo, canonizado en 1610. Escribía a menudo al cardenal Federico Borromeo pidiéndole desesperadamente reliquias y retratos del santo.

Carlo murió el 8 de septiembre de 1613, después de una de esas sesiones masoquistas. Según algunas fuentes pudo haber sido asesinado por alguno de esos jóvenes que lo flagelaban. Su novelesca vida podría ser perfectamente el argumento de una película, lo que me extraña es que no la hayan llevado al cine aún.

lunes, mayo 08, 2006

The Black Cat (1934). Edgar G. Ulmer

Uno de mis momentos favoritos en esta maravilla cinematográfica es cuando Hjalmar Poelzig (Boris Karloff) le pregunta a Dr. Vitus Werdegast (Bela Lugosi): “¿No somos ambos los muertos vivientes?”, con la voz distorsionada y la cámara que parece flotar por los espacios abiertos de la casa de Poelzig donde sucede gran parte de la acción del film.

Y es que “The Black Cat” es una película sobre muertos que caminan, sobre seres que sobreviven en un pasado recreado, sobre las ruinas y sobre una gloria efímera que no volverá. No en vano los dos protagonistas de la historia (extraordinario duelo interpretativo de estos dos “monstruos” del terror) son dos perturbados veteranos de la I Guerra Mundial.

La trama (inspirada según indican los títulos de crédito en un relato de Edgar Allan Poe, aunque la influencia es muy leve) incluye una vieja venganza que espera a ser consumada, satanismo, amor necrófilo, una partida de ajedrez en la que está en juego el alma de una doncella, incesto, locura y una referencia constante a la muerte, a la idea de pérdida y al olvido. Todos estos elementos integrados en una puesta en escena expresionista influenciada por los trabajos que Ulmer había realizado en Alemania (trabajó junto a Fritz Lang y Murnau), con el precioso trabajo art-decó que realizó Charles D. Hall en los decorados y la fotografía contrastada en blanco y negro de John Mescall.

Pero volvamos al argumento: En su viaje de novios en tren por Hungría, el escritor americano Peter Alison y su mujer Joan tienen que compartir compartimento con el Dr. Vitus Werdegast. Werdegast les ofrece acercarles en su vehículo pero durante el trayecto sufren un accidente y tienen que refugiarse en la casa ultra moderna del viejo amigo de Werdegast, Hjalmar Poelzig. La casa de pesadilla de Poelzig, arquitecto loco y satanista, fue erigida sobre la tumba de 10.000 hombres que él lideraba y que traicionó en la batalla, y es una alegoría del infierno y también la mente cosificada de Poelzig: un alma de plástico, cristal y ángulos extraños.

Uno de los aciertos de la película es precisamente el escenario elegido, que demuestra una obsesión incesante por los diseños geométricos. Mientras que la mayoría de historias de terror se desarrollan en ambientes góticos y oscuros, Ulmer escogió una arquitectura fría con influencias de la Bauhaus, cuyos ángulos rectos y superficies claras hacen aún más inquietantes los personajes que representan Karloff y Bela. Dentro de este universo simbólico de la casa con vida propia en el que se desarrolla la pesadilla, los elementos que la componen adquieren un especial significado y en la película se hace continuas referencias a las puertas, escaleras, habitaciones subterráneas, espejos… Los personajes aparecen y desaparecen de las salas de la casa de una estancia a otra moviéndose como autómatas en una invasión constante de la intimidad (hay una penetración consciente de forma abrupta en los dormitorios) que inquieta al espectador, y más si pensamos que una de las parejas que aparecen en la narración es el matrimonio Alison, los recién casados que se ven aislados en la casa de Poelzig contra su voluntad sin posibilidad de salir.

Invasión de la intimidad e invasión del mal, “The Black Cat” es también una intrusión y fascinación gradual por el mal, ya que la dama, Joan Alison, no puede dejar de simpatizar y siente una atracción extraña por el Dr. Vitus Werdegast. Y Werdegast, aunque hace en cierto modo el papel de “héroe” en realidad es un personaje muy ambiguo con multitud de aristas: acude después de quince años recluido en una prisión de Rusia para vengarse de Poelzig quien le traicionó para casarse con su esposa que murió al poco tiempo (y después con su hija, Karen, que vive en la casa como un espectro o muñeca perfecta). Hay en Werdegast un cierto placer por consumar la venganza y se establece una lucha mental entre él y Poelzig, un duelo de poder en el que no hay vencedor posible, ya que esta es una película sobre vencidos y derrotas.

Pero no quiero desvelar todos los entresijos de la trama. Para acabar con la larguísima reseña les cuento un par de detalles anecdóticos sobre lo esotérico que han llamado mi atención, y les recomiendo muchísimo la película si no la han visto:

-Lo primero, si no lo han intuido ya, es que el personaje del mago satánico Hjarmal Poelzig es una caricatura de Aleister Crowley y al parecer el argumento de “The Black Cat” está extraído de un incidente real. En 1923, una mujer llamada Betty May Loveday fue con su marido a estudiar la doctrina de Crowley junto al mago a Italia. Por lo que se ve, la ceremonia satánica que se describe en la película coincide a la perfección con la descripción de los ritos que hizo el matrimonio de los ritos en que habían participado.

-Lo segundo es que el personaje de Hjarmal Poelzig es también un homenaje a Hans Poelzig, ingeniero y arquitecto con quien Ulmer había trabajado en Alemania. El Poelzig real había diseñado y construído los sets de rodaje para la película de Paul Wegener “Der Golem, wie er in die Welt kam”. Ulmer estaba empleado como operario en el mismo rodaje y quedó impresionado por las teorías del arquitecto: Poelzig diseñaba sus edificios de acuerdo con principios mágicos en un esfuerzo para tomar contacto con lo que el llamaba “El Otro”, un mundo espiritual neoplatónico. La cita en el nombre de uno de sus protagonistas que además es también arquitecto es un homenaje a este diseñador que apadrinó a Ulmer en sus primeras películas.

viernes, mayo 05, 2006

El síndrome Klüver-Bucy.

Vuelve una de mis secciones favoritas, la de los síndromes extraños o poco habituales. Hoy, con el síndrome Klüver-Bucy:

Se trata de un desorden de comportamiento en el quien lo padece se lleva continuamente objetos a la boca (lo que se llama hiperoralidad) y su conducta sexual se ve alterada adquiriendo un comportamiento poco común: aumenta la actividad autoerótica (pueden tocarse o lamerse en público o intentar practicar sexo con objetos inanimados), aparece la tendencia a tener impulsos sexuales incontrolados, escogiendo de forma aleatoria el sujeto… También produce en el individuo un interés hacia cualquier estímulo visual, provocando una propensión a tocar todo tipo de objetos sin distinguir entre los que pueden ser peligrosos o no.

La causa es una atrofia en los lóbulos temporales del cerebro. El síndrome toma el nombre de Heinrich Klüver y Paul Bucy que extrajeron los lóbulos temporales a varios monos para determinar la función de esta parte del cerebro. Los monos desarrollaron agnosia visual (incapacidad de reconocer los objetos visualmente), cambios emocionales y el comportamiento sexual alterado que he descrito arriba.

Al parecer es un síndrome bastante poco frecuente…

Anomalías anteriores:

Fish Odour Syndrome
El Síndrome del Acento Extranjero

El Síndrome Capgras
El Síndrome Dr. Strangelove
¿Are you dead? El Síndrome de Jules Cotard

jueves, mayo 04, 2006

Autómatas: Apega

Después de leer el estupendo “Juego y Artificio. Autómatas y otras ficciones en la cultura del Renacimiento a la Ilustración” de Alfredo Aracil, ando más obsesionada que nunca con el mundo de los autómatas y los artificios mecánicos a los que dedicaré unas cuantas entradas del blog.

Para empezar, una historia sobre extorsión y dobles. Polibio en “Historia de la dominación romana” dedica uno de sus capítulos a Nabis, tirano de Esparta, que tenía una forma muy peculiar de cobrar sus deudas: se había hecho construir una máquina en forma de mujer, con clavos en su pecho y sus brazos. Tal y como nos cuenta Polibio, si alguien se negaba a pagarle aparecía la autómata y le daba un abrazo mortal:

“Aparte de esto, construyó una máquina, si merece tal nombre, que representaba una mujer adornada de ricos vestidos, y muy parecida en el rostro a su mujer propia. Cuando quería exigir dinero de algún ciudadano, le llamaba, le hacía un largo y afable razonamiento, exponiéndole el peligro que amenazaba a Esparta y al país de los aqueos, haciéndole ver el número de extranjeros que mantenía para seguridad del Estado, y los gastos que tenía que efectuar en el culto de los dioses y en el bien público. Si se convencía por estas razones, esto le bastaba para su intento. Mas si rehusaba obedecer al mandato, le hablaba en estos términos: “Ya que yo no valgo a persuadiros, pienso que os persuadirá Apega” (así se llamaba su mujer). Lo mismo era decir esto, que al punto aparecía la figura que hemos mencionado.

Nabis, cogiéndola de la mano por obsequio, la levantaba del asiento y hacía que asimismo el infeliz la abrazase y se fuese poco a poco acercando al pecho del ídolo, cuyos brazos, manos y pechos se hallaban erizados de puntas de hierro cubiertas bajo el vestido. Cuando el tal tenía echadas las manos por la espalda del simulacro, entonces el tirano, tirando por ciertas máquinas, le iba arrimando y estrechando despacio contra los pechos de la mujer, y así le obligaba a decir cuanto quería. De este modo, murieron muchos que rehusaron condescender con lo que pedía”.

miércoles, mayo 03, 2006

Timm Thaler

Hoy les dejo de regalo la banda sonora de la serie de TV alemana de los 70 Timm Thaler, que compré hace algún tiempo en Movie Grooves (web en la que junto a Dusty Groove invierto todos mis ahorros musicales).

El argumento de la serie de éxito alemana trataba de un adolescente (Timm) que vendía su contagiosa risa al diabólico Barón Lefuet. Aunque el Barón cumplía a cambio todos sus deseos y le concedía el don de ganar cualquier apuesta, Timm pronto se daba cuenta de que la vida era muy aburrida sin la risa y los siguientes veinticinco episodios de la serie los pasaba intentando recuperarla. Esta atractiva historia mefistofélica basada en una novela de James Kruess era la premisa de la serie, y por lo que he podido averiguar se puede encontrar por Internet para descargar pero aunque me moría por verla no me he atrevido porque sólo está en alemán y sin subtítulos.

Les dejo, eso sí, la banda sonora compuesta por Christian Bruhn, en la que colaboran músicos conocidos como Kristian Schultze o Sigi Schwab. Hay temas más cercanos al rock progresivo, otros disco y otros más próximos al jazz-rock con el sonido característico del órgano que acompaña toda la banda sonora. El tema que da nombre al álbum y a la serie es precioso, con un leitmotiv melancólico que se repite de forma obsesiva y no le abandona a uno en todo el día.

Aquí tienen el enlace de rapidshare para descargar.