viernes, junio 11, 2010

Tórtola Valencia

“Mis danzas son pedazos de belleza arrancada a la muerte”

No sería necesario añadir más comentarios a esta sentencia de la guapa andaluza. La cita, ya de por sí resulta definitoria: representativa del aura que emanaba la bailarina de danzas exóticas, pero también del clima decadente que perfumaba la Europa de las primeras décadas del siglo XX.

Tórtola Valencia es un icono de una época, una discípula de Isadora Duncan que nos hace remontarnos a noches interminables en tugurios o music halls, noches peligrosas en las que bebíamos champaña barato y nos rodeábamos de falsos fastos y oropeles. Una época que nunca existió, como todas aquellas vivencias hermosas que al recordarlas nos parecen irreales.


Les hablo acerca de la “Bella Tórtola” ahora, evocándola como compañera de correrías de Luis Antonio de Hoyos y Vinent y para que se aventuren en la lectura de “Aromas de nardo indiano que mata y de ovonia que enloquece” colección de cuentos de tinte erótico y fantástico que presentamos en librerías el pasado mes de abril a través de la nueva colección editorial “La Rosa Secreta”, de la cual, escojo los volúmenes e ideo el diseño. No escondo pues, que con esta entrada pretendo hacer propaganda a la colección de relatos del marqués de Vinent, pero no es sólo eso, también me mueve la reflexión sobre aquellos días gloriosos que he vivido como lectora, y el amor a la personita de la bailarina.

Me fascina la mezcolanza que la diva representa de folclore y exotismo, de gracia castiza y de saberes ocultos. Esta mi damita, de inventado pasado, de presencia turbadora, no conocía dueño, ni ascendentes. Adquirió la mayor parte de sus vastos conocimientos por sí misma, ya que era una incansable lectora, y de sí, también provenían sus danzas inventadas: la danza de la serpiente, la danza del incienso (qué nombres tan evocadores, ¿no creen?) resultado de sus incursiones en las danzas africanas, árabes o indias. Los poetas la amaban, sus amantes se rendían a sus pies, pero sólo una mujer catorce años menor que ella, Angelita, consiguió retenerla a su lado hasta el fin de sus días.


La Tórtola como personaje me atrae irresistiblemente, pero la Tórtola tras la seda y las joyas, aún me interesa más. Esa fémina salvaje que iba armada con pistola para defenderse de los hombres. La coleccionista de arte precolombino que consiguió reunir unas doscientas piezas de dicho estilo en su casa, curiosas ofrendas funerarias a los dioses, procedentes de los templos y rituales. Musa de ojos verdes y afición a la morfina. ¿Qué fue de ti?

1 comentario:

elpablo dijo...

era guapérrima, eh?
la frase de la intro es una barbaridat! barvorl!