lunes, marzo 27, 2006

Sobre Arthur Machen y la verdadera naturaleza del mal

Sobre la delgada línea que separa a los criminales de los santos o una interesante reflexión sobre la naturaleza de la maldad extraída del prólogo de “El Pueblo Blanco” de Arthur Machen. Si no han tenido ocasión de leer este cuento se lo recomiendo muchísimo:

Ambrosio dijo: Brujería y santidad, he aquí las únicas realidades, Y prosiguió: la magia tiene su justificación en sus criaturas; comen mendrugos de pan y beben agua con una alegría mucho mas intensa que la del epicúreo.

¿Os referís a los santos?

Si, y también a los pecadores, creo que vos caéis en el error frecuente de los que limitan el mundo espiritual a las regiones del bien supremo. Los seres extremadamente perversos forman parte también del mundo espiritual. El hombre vulgar, carnal y sensual no será jamás un gran santo. Ni un gran pecador. En nuestra mayoría somos simplemente criaturas de barro cotidiano, sin comprender el significado profundo de las cosas, y por esto el bien y el mal son en nosotros idénticos: de ocasión sin importancia.

¿Pensáis, pues que el gran pecador es un asceta lo mismo que el gran santo?

Los grandes, tanto en el bien como en el mal, son los que abandonan las copias imperfectas y se dirigen a los originales perfectos. Para mi no existe la menor duda, los mas excelsos entre los santos jamás hicieron 'una buena acción', en el sentido común de la palabra. Por el contrario existen hombres que han descendido hasta el fondo de los abismos del mal, y que en toda su vida, no han cometido lo que vosotros llamáis una 'mala acción'.

Se ausentó un momento de la estancia, Cotgrave se volvió a su amigo y le dio las gracias por haberle presentado a Ambrosio. Es formidable, dijo. Jamás había visto a un chalado de esta clase. Ambrosio volvió con una nueva provisión de whisky y sirvió a los dos hombres con largueza. Criticó con ferocidad la secta de los abstemios, pero se sirvió un vaso de agua. Iba a reanudar su monólogo cuando Cotgrave le atajó.

Vuestras paradojas son monstruosas. ¿Puede un hombre ser un gran pecador sin haber hecho nunca nada culpable? ¡Vamos hombre!

Os equivocáis completamente, dijo Ambrosio, pues soy incapaz de paradojas: ¡ojala pudiera hacerlas! He dicho simplemente que un hombre puede ser un gran conocedor de vinos de Borgoña sin haber entrado jamás en una taberna. Esto es todo, y ¿no os parece más una perogrullada que una paradoja?

Vuestra reacción revela que no tenéis la menor idea de lo que puede ser el pecado.

¡Oh! naturalmente existe una relación entre el Pecado con mayúscula y los actos considerados como culpables: asesinato, robo, adulterio, etc. Exactamente la misma relación que existe entre el alfabeto y la poesía genial.
Vuestro error es casi universal: os habéis acostumbrado como todo el mundo a mirar las cosas a través de unas gafas sociales. Todos pensamos que el hombre que nos hace daño a nosotros o a nuestros vecinos es un hombre malo. Y lo es desde el punto de vista social. ¿Pero no podéis comprender que el Mal, en su esencia, es una cosa solitaria, una pasión del alma? El asesino corriente, como tal asesino, no es en modo alguno un pecador en el verdadero sentido de la palabra. Es sencillamente una bestia peligrosa, de la que debemos librarnos para salvar nuestra piel. Yo lo clasificaría mejor entre las fieras que entre los pecadores.

Todo esto me parece un poco extraño.

Pues no lo es, el asesino no mata por razones positivas, sino negativas, le falta algo que poseen los no-asesinos. El Mal por el contrario es totalmente positivo. Pero positivo en el sentido malo. Y es muy raro. Sin duda hay menos pecadores verdaderos que santos. En cuanto a los que llamáis criminales, son seres molestos, desde luego, y de los que la sociedad hace bien en guardarse; pero entre sus actos antisociales y el Mal existe un abismo. ¡Creedme!

Se hacia tarde. El amigo que había llevado a Cotgrave a casa de Ambrosio había oído sin duda esto otras veces. Escuchaba con sonrisa cansada y un poco burlona, pero Cotgrave empezaba a pensar que su 'alienado' era tal vez un sabio.

¿Sabéis que me interesáis enormemente? , dijo.¿Opináis pues que no comprendemos la verdadera naturaleza del Mal?

Lo sobreestimamos. O bien lo menospreciamos. Por una parte, llamamos pecado a las infracciones de los reglamentos de la sociedad de los tabúes sociales. Es una exageración absurda. Por otra parte atribuimos una importancia tan enorme al 'pecado' que consiste en meter mano a nuestros bienes o a nuestras mujeres que hemos perdido absolutamente de vista lo que hay de horrible en los verdaderos pecados.

Entonces ¿qué es el pecado?, dijo Cotgrave.

Me veo obligado a responder a su pregunta con otras preguntas. ¿Que experimentaría si su gato o su perro empezaran a hablarle con voz humana? ¿Y si las rosas de su jardín se pusieran a cantar? ¿Y si las piedras del camino aumentaran de volumen ante sus ojos? Pues bien, estos ejemplos pueden darle una vaga idea de lo que realmente es el pecado.

Escuchen, dijo el tercer hombre, que hasta entonces había permanecido muy tranquilo, me parece que los dos están locos de remate. Me marcho a mi casa. He perdido el tranvía y tendré que ir a pie, Ambrosio y Cotgrave se arrellanaron aun más en sus sillones después de su partida. La luz de los faroles palidecía en la bruma de la madrugada, que helaba los cristales.

Me asombra usted, dijo Cotgrave. Jamás había pensado en todo esto. Si realmente es así hay que volverlo todo al revés. Entonces según usted la esencia del pecado sería...

Querer tomar el cielo por asalto, respondió Ambrosio. El pecado consiste en mi opinión, en la voluntad de penetrar de manera prohibida en otra esfera más alta. Esto explica que sea tan raro. En realidad pocos hombres desean penetrar en otras esferas, sean altas o bajas, y de manera autorizada o prohibida. Hay pocos santos. Y los pecadores, tal como yo los entiendo, son todavía más raros. Y los hombres de genio (que a veces participan de aquellos dos) también escasean mucho... Pero puede ser más difícil convertirse en un gran pecador que en un gran santo.

¿Porque el pecado es esencialmente naturaleza?

Exacto. La santidad exige igualmente un esfuerzo igualmente grande, o poco menos, pero es un esfuerzo que se realiza por caminos que eran antaño naturales. Se trata de volver a encontrar el éxtasis que conoció el hombre antes de la caída. En cambio el pecado es una tentativa de obtener un éxtasis y un saber que no existen y que jamás han sido dados al hombre y el que lo intenta se convierte en demonio.

Ya le he dicho que el simple asesino no es necesariamente un pecador. Esto es cierto, pero el pecador es a veces asesino. Pienso en Gilles de Rais, por ejemplo. Considere que, si el bien y el mal están igualmente fuera del alcance del hombre contemporáneo, del hombre corriente, social y civilizado, el mal lo esta en un sentido mucho mas profundo. El santo se esfuerza en recobrar un don que ha perdido; el pecador persigue algo que no ha poseído jamás. En resumidas cuentas reproduce la Caída.

¿Es usted católico?, preguntó Cotgrave.

Sí, soy miembro de la Iglesia anglicana perseguida.

Entonces ¿que me dice de esos textos en que se denomina pecado lo que usted califica de falta sin importancia?

Advierta, por favor, que en estos textos de mi religión aparece reiteradamente el nombre de 'mago' que me parece la palabra clave. Las faltas menores que se denominan pecados, solo se llaman así en la medida que el mago perseguido por mi religión esta detrás del autor de esos pequeños delitos. Pues los magos se sirven de las flaquezas humanas resultantes de la vida material y social como instrumentos para alcanzar su fin infinitamente execrable. Y permita que le diga esto: nuestro sentidos superiores están tan embotados, estamos hasta tal punto saturados de materialismo, que seguramente no reconoceríamos el verdadero mal si nos tropezáramos con el.
Pero ¿es que no sentiríamos a despecho de todo un cierto horror, este horror, de que me hablaba hace un momento al invitarme a imaginar unas rosas que rompiesen a cantar?
Si fuésemos seres naturales, sí. Los niños, algunas mujeres y los animales sienten ese horror. Pero en la mayoría de nosotros, los convencionalismos, la civilización y la educación han embotado y oscurecido la naturaleza. A veces podemos reconocer el mal por el odio que manifiesta al bien, y nada más, pero esto es puramente fortuito. En realidad, los Jerarcas del Infierno pasan inadvertidos a nuestro lado.

¿Piensa que ellos mismos ignoran el mal que encarnan?

Así lo creo. El verdadero mal en el hombre es como la santidad y el genio. Es un éxtasis del alma, algo que rebasa los límites naturales del espíritu, que escapa a la conciencia. Un hombre puede ser infinitamente y horriblemente malo, sin sospecharlo siquiera. Pero repito: el mal, en el sentido verdadero de la palabra, es muy raro. Creo que incluso cada vez lo es más.

Procuro seguirle, dijo Cotgrave. ¿Cree usted que el Mal verdadero tiene una esencia completamente distinta de lo que solemos llamar el mal?

Absolutamente. Un pobre tipo excitado por el alcohol vuelve a su casa y mata a patadas a su mujer y a sus hijos. Es un asesino. Gilles de Rais es también un asesino. Pero ¿advierte usted el abismo que los separa? La palabra es accidentalmente la misma en ambos casos, pero el sentido es totalmente distinto. Cierto que el mismo débil parecido existe entre todos los pecados sociales y los verdaderos pecados espirituales, pero son como la sombra y la realidad. Si usted es un poco teólogo tiene que comprenderme.

Le confieso que no he dedicado mucho tiempo a la teología, observó Cotgrave.
Lo lamento; pero volviendo a nuestro tema ¿cree usted que el pecado es una cosa oculta, secreta?

Si. Es el milagro infernal, como la santidad es el milagro sobrenatural. El verdadero se eleva a un grado tal que no podemos sospechar en absoluto su existencia. Es como la nota más baja del órgano, tan profunda que nadie la oye. A veces hay fallo, recaídas, que conducen al asilo de locos o a desenlaces todavía más horribles.
Pero en ningún caso debe confundirlo con la mala acción social. Acuérdese del Apóstol: hablaba del otro lado y hacia una distinción entre las acciones caritativas y la caridad. De la misma manera que uno puede darlo todo a los pobres y, a pesar de ello, carecer de caridad, puede evitar todos los pecados y, sin embargo ser una criatura del mal.

¡He aquí una psicología singular!, dijo Cotgrave. Pero confieso que me gusta. Supongo que según usted, el verdadero pecador podía pasar muy bien por un personaje inofensivo, ¿no es así?

Ciertamente. El verdadero mal no tiene nada que ver con la sociedad. Y tampoco el Bien, desde luego. ¿Cree usted que se sentiría a gusto en compañía de san Pablo?
¿Cree usted que se entendería bien con sir Galahad? Lo mismo puede decirse de los pecadores. Si usted encontrase a un verdadero pecador y reconociese el pecado que hay en el sin duda se sentiría horrorizado. Pero tal vez no existiría ninguna razón para que aquel hombre le disgustara. Por el contrario es muy posible que si lograba olvidar su pecado, encontrase agradable su trato.
¡Y sin embargo! ¡No! ¡Nadie puede adivinar cuan terrible es el verdadero mal...!
¡Si las rosas y los lirios del jardín se pusieran a cantar esta madrugada, si los muebles de esta casa empezaran a desfilar en procesión como en el cuento de Maupassant...!

Celebro que vuelva a esta comparación, dijo Cotgrave, pues quería preguntarle a que corresponden, en la humanidad estas proezas imaginarias de las cosas que usted cita.
Repito: ¿que es pues el pecado? Quisiera que me diese un ejemplo concreto.

Por primera vez Ambrosio vaciló:

Ya le he dicho que el verdadero mal es muy raro. El materialismo de nuestra época que tanto ha hecho para suprimir la santidad, tal vez ha hecho más aun para suprimir el mal. Encontramos la tierra tan cómoda, que no sentimos deseos de subir ni de bajar. Todo ocurre como si un especialista del Infierno realizase trabajos puramente arqueológicos.

Sin embargo tengo entendido que sus investigaciones se han extendido hasta la época actual.

Veo que usted está realmente interesado. Pues bien, le confieso que he reunido, en efecto, algunos documentos...”

16 comentarios:

Carlos César Alvarez dijo...

"Tomar el Cielo por asalto", ese es el camino.
Genial Machen.

Aura dijo...

Sin duda un texto para releer. Trata la maldad casi como el arte de unos pocos genios escogidos.
Aunque no coincido en su apreciación es un punto de vista muy inspirador.

Markitos dijo...

Tras leer el extenso documento, no me ha quedado del todo claro.

Aura dijo...

La verdad es que me he excedido un poco en extensión, pero el texto lo merece.
Básicamente hace una diferenciación entre lo que se conoce de forma común como mal(que sería un mal "social") y el verdadero mal, que en lugar de ser de carácter negativo (basado en carencias) es positivo (voluntad) e innato.

Pussy Galore dijo...

Acabo de pedir que me traigan un fantasma enamorado. Parece que voy a tener que hacer otro encargo... Un beso y felicidades por tu cumple, que sé que es pronto!

Aura dijo...

:) Bueno, aún me queda un poquito, es en abril, pero gracias Pussy.

No dude en comprarlo, le gustará muchísimo. En él se basa "El Laberinto del Fauno" la última película de Del Toro.

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Esta exploración acerca del Mal, es sí, inspiradora, en el sentido de abordar una serie de significantes que convencionalmente asustan. Todo lo condenable en una sociedad, es por lo general tratado en lo público, como lo regido por el Mal, cuando transgrede las normas sociales. Hay como una indiferenciación. Una vulgar mezcla.

Ese pathos del mal, lo veo con aristas. Allí están Freud y Lacan abordando la culpa y el pulsión de muerte. Por allí se asocian las conductas entronizdas en el Mal.

Lo originario, el Saber, y el pecado como rebelíón.

Aura, en tus posts, todo se relaciona, va formando un egranaje precioso. Fantasmas, campiros, asesinos, el Mal.

Cada vez espero espectante un nuevo post tuyo.

Un salute con copa en alto, vino rojo.

(Sólo por la existencia de tu blog).

Anónimo dijo...

Somos angel y demonio, luz y sombra, y no seríamos una cosa sin la otra.
El otro día una evangelizadora de la que no podía deshacerme por alguna razón me decía que cuando "acabe el mal en el mundo no sufriremos más". Pensé varias cosas pero una de ellas es cuán imposible y terrible sería que desaparecieran las moléculas de maldad que se funden en nosotros todos. y que sufrimiento sería no sufrir :)

Un beso, lindo texto.

Anónimo dijo...

aura: no es casual que Machen se preocupara tanto por la naturaleza del mal. Por algo era miembro de la Golden Dawn, entidad mistico-filosófica que le temrinó dando alas y cobijo a un Aleister Crowley.
logicamente estuvo isempre interesado en redefinir el mal de acuerod a un dogma no cristiano (o al menos no cristiano traidcional)
Bueno mas alla de la pedanteria, reconozco que su selección estética y literaria simepre me parece impresionante y de un gusto excelente.
Haog el elogio porque nuncal o habia dejado registrado en estos lados. pero es asi

Aura dijo...

Conozco bastante la vida de Machen, he dejado un enlace al artículo español de la Wiki, que sé de buena tinta que está muy bien escrito y documentado, donde explica lo que usted comenta.
No sé porqué no se ve bien el link, y es que hoy Blogger está rarito (pero si pinchan en mi post sobre el nombre del escritor ha de salir).

Un saludo. Me alegra que coincidamos en gustos.

Anónimo dijo...

Es una delicia redescubrir a Machen.

Recuerdo un libro de Marías (Creo que "Todas las almas"), en el que empleaba al maestro para señalar que el terror aparece en la literatura cuando un conjunto de elementos ordinarios y vulgares, se funden para generar desasosiego.

Borja dijo...

Nadie como Machen entendió (y supo transmitir) mejor el Mal. Y eso que comentais arriba de su pertenencia a un culto explica muchas cosas...

Carlos César Alvarez dijo...

La Golden Dawn reunió posiblemente a la mayor pandilla de visionarios que se conoce, por supuesto con Crowley, la Bestia, el hombre más malvado del mundo, a la cabeza. Ahí hay material de investigación para dar y tomar.

Higronauta dijo...

Me hallo en estado de anodadamiento hipnótico tras la lectura de este delicioso texto. Qué maravillosa facilidad tiene este hombre para jugar con los conceptos y reconstruirlos según intereses...
Tenga por seguro que va a ser una de mis próximas lecturas.

Gracias (una vez más) por la referencia ;)

lak_brona dijo...

No conocía este de Machen, pero "El gran Dios Pan" me dejó un antes y un después en mis lecturas del horror... Gracias por la referencia.
Saludos ;)

Nicho dijo...

Conocí a Machen a través de -cómo no- Borges (cada autor crea a sus predecesores: él lo dijo de Kafka, pero se le puede aplicar perfectamente, o sobre todo, a él).
También en las novelas de Javier Marías (a partir de Todas las almas) se habla de Machen, y de la existencia de una sociedad: The Friends of Arthur Machen.
Gracias por este texto.
Un saludo.