Porque, ¿qué peor bestia que el infante de alas de golondrina?
No aconteció que su testa fuera de león como sus hermanas le hubieron servido en malignas copas, aunque sus cabellos sí tenían ese halo leonino, adornados con hojas de pámpano, con ese intenso olor a nardos. Hebras brillantes se enroscaban como lenguas de fuego, le deslumbraban en miradas de espejos de plata en las paredes. Tampoco eran sus piernas como las que la aferraban en pesadillas, arrinconada entre torsos de sátiros. No. Y su respiración era dulce con el temor de la presa de cacería. Y sus costados se arqueaban en esponjosas sutilezas albinas, dormitando en pecados venéreos.
Entre sus omoplatos se abría un valle en el que confluían las gotas de lluvia que se filtraban por el tejado de madera, y un poco más abajo, surgían enhiestas desarrollándose en engarzados huesos comestibles sus alas hipersensibles que temblaban al rozarse con las motas de polvo que danzaban enloquecidas precipitándose sobre la piel lechosa.
Él la había convocado entre ecos que la desgarraban de anticipación. El párvulo monstruo la atraía mareándola de perfumes y roces imposibles. Riendo entre fricciones de cristal, sugiriendo carne y brillantes en los reflejos de agua, en ilusionismos de cascadas y vapores de éter.
Se unió en nupcias con el más bello de los dioses.
Pero… deseó verlo. No ser que fuera una bestia.
No pudo evitar al iluminarlo derramar una gota de aceite sobre su hombro.
A partir de la lectura de: Apuleyo. El asno de oro. Historia de Cupido y Psique.
2 comentarios:
El angel púrpura.
Creo que estoy de acuerdo y mucho con la pregunta que abre el relato, y creo que la respuesta es "sí", no hay peor bestia. Un lobo con piel de cordero, la manzana envenenada.
Gran relato.
Hey, qué alegría, de nuevo en acción! Y esta vez más afrancesada que nunca, mon dieu!
Saludotes.
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