miércoles, marzo 01, 2006

Libros de Maravillas (II): Los Viajes de John de Mandeville

Hoy un tiquet a otro de esos viajes de lo imaginario, en esta ocasión el anfitrión es John de Mandeville, caballero inglés que marchó como emisario a Ultramar en 1322 enviado por Eduardo II, duque de Normandía y rey de Inglaterra, para recoger información sobre las maravillas que Marco Polo había descrito en sus obras.
Los viajes del caballero Mandeville transcurren por Egipto, Etiopía, India, Persia, Turquía… obedeciendo a intereses económicos: establecer relaciones comerciales en la ruta de la seda y de las especias. Pero las crónicas del Mestre Jean de Mandeville no se quedan ahí, son un relato ameno de sus fabulosas hazañas en lugares míticos y una divertida compilación de las pueblos que se encuentra en su viaje: gentes con cabeza de perro, una tribu que se alimenta solamente con el olor de las manzanas, nativos de pie tan grande que les resguarda del sol, etc. Aunque el escritor del siglo XVII Sir Thomas Browne dijera que John de Mandeville era “el mentiroso más grande de todos los tiempos” no hemos de olvidar que el concepto de verdad en la Edad Media era muy distinto del actual, ya que en aquel tiempo se le daba tanta importancia a los hechos puramente objetivos como a los mitos y a las creencias religiosas.
Para el señor Mandeville eran tan ciertas sus fuentes literarias (entre ellas la “Historia Naturalis” de Plinio, el “Speculum Historiale” de Vincent de Beauvais o el “Devisement du Monde” de Marco Polo), como las impresiones que obtuvo en primera persona durante su periplo exótico:
“En todas aquellas islas viven gentes muy diversas y extrañas, de razas monstruosas. Una de ellas está habitada por hombres de muy alta estatura, una suerte de gigantes de horrendo aspecto, que tienen un solo ojo en medio de la frente y se alimentan únicamente con carne y pescado crudo.
En otra isla, hacia el Mediodía, viven unas gentes de feísima y malvada naturaleza, ya que ni ellos ni ellas tienen cabeza, sino la cara en medio del pecho, con los ojos por los hombros y en medio de los pechos la boca torcida como una herradura.
Los habitantes de otra isla tienen los ojos y la boca en la espalda, a la zaga de los hombros. En otra, hay gentes con la cara totalmente aplanada, sin nariz y sin ojos, con dos agujeros redondos horadados en el lugar de los ojos y una raja en vez de boca y labios. Cuando tienen que comer, se meten un pequeño cañón por la hendidura y así sorben las viandas. Son gentes muy malencónicas y de mal talante. Otros hombres monstruosos tienen la cara muy deformada, con el labio inferior tan enorme que, cuando quieren dormirse al sol, llegan a taparse toda la cara con sus mismos labios.
Otros isleños son gente enana, aunque algo más altos que los pigmeos. En lugar de boca tienen un agujero y tienen que tomar todo lo que coman o beban por un tubito de plomo u otro metal. Como no tienen lengua, no hablan, sino que se hacen signos, como los mudos o los frailes, y así cada uno entiende lo que el otro quiere decir.
Asimismo, se halla en otra isla una raza de hombres cuyas enormes orejas les cuelgan hasta las rodillas. Los hay también de piel de cabra, pero fuertes y valientes, porque son capaces de ganar a las fieras cuando corren detrás para apresarlas y comérselas. Otra clase de gente montaraz son los que andan a gatas, como los animales. Son tan vellosos que parecen osos y trepan por los árboles tan prestos como monos.
Hay en otra isla una clase de gentes muy maravillosas que son a la vez hombres y mujeres, porque juntos y pegados están sus cuerpos y no tienen más que una teta por una lado, pues del otro no tienen nada, y cada uno de ellos lleva órganos de hombre y de mujer. Usan de esos órganos como les venga en gana, unas veces el miembro, otra la vagina. El que lo haga como hombre engendra hijos, mientras que el que lo haga como mujer se empreña y pare hijos.
En otra isla, las gentes siempre andan de rodillas, de una manera sorprendente, y parece que se van a caer a cada paso, porque tienen seis brazos y seis manos, con seis dedos en cada mano y seis dedos en cada pie. Otra suerte de hombres tienen en medio de la frente cuatro ojos y ven con cualquiera de ellos. Hay otras clases de gentes monstruosas en las islas comarcanas de las que se podría hablar mucho tiempo, pero las voy a omitir para no alargar mi relato”.
Anteriores viajes a lo maravilloso:
Libros de Maravillas: El Viaje de San Brandán

10 comentarios:

Pussy Galore dijo...

Qué genial, yo me lo creo todo, creo que hemos evolucionado a lo que somos hoy a partir de estas criaturas, por ejemplo los británicos son una evolución de los seres de orejas grandes.
Ayer vi La bete recomendada por usted, qué maravilla, oiga.

Aura dijo...

:)

Fernando Siles dijo...

No había película basada en las historias del tipo este??? Yo por lo menos me acuerdo de haber visto a gentes con la cara en el pecho en alguna película.

Anónimo dijo...

En el fondo lo único que hacía era exagerar un poco las descripciones para vender más, igual que hacen hoy los periodistas :)

Anónimo dijo...

Me lo apunto, ¿son difíciles de encontrar estos libros?

Aura dijo...

No, en la Biblioteca Medieval de Siruela están los dos: el viaje de San Brandán y el de Mandeville. Y en cátedra están también los Viajes de John de Mandeville con un prólogo muy bueno.

Saludos ;)

Anónimo dijo...

Yo quiero ir a ese lugar de los seres desnduos con cabeza cuadrada del dibujo.... por mi casa hay algunos así, sabes? cuadradísimos .

Anónimo dijo...

Ahora me explico las figuras monstruosas que ví en reproducciones de mapas medievales.

Anónimo dijo...

Ha citado otro de mis volúmenes predilectos. Para mi desgracia, sólo he podido leer fragmentos en la web: aquí es inconseguible.

Y le recomiendo un tercer ítem: el viaje a la Luna que, si recuerdo bien, hizo en el siglo II Luciano de Samosata.

Aura dijo...

Gracias señor Mantícora por la recomendación, ya sabe de mis gustos por la evasión a los paraísos perdidos.

Un saludo.