martes, marzo 18, 2008

Profondo Aura

Decir que una película es más que una película para uno me resulta algo obvio, pero si el punto de partida es que no la consideramos una película, entonces es distinto. Y no se trata de que sea más, sino tal vez… otra cosa.

Por este tipo de motivos sobra aquí el año de realización, el productor, o cualquiera de esos detalles que más que hablar entorpecen. Este Profondo no es “ Profondo Rosso”.

Es el año 1991 y una joven Aurita cumple ese 8 de abril 15 años. Le pide a su madre que le deje ver esa película de terror que dan por televisión y la madre accede. Deben ser las once de la noche. Aurita se acomoda en el sofá de piel color granate y empieza la maravilla.

Retrotraerme a ese momento constituye en parte una trampa deseada. Pero no importa tanto la exactitud de los recuerdos como el vaivén del vértigo de aquellas sensaciones. Si me despojo de posteriores análisis y vivencias, puedo volver a percibir aquel asombro y también aquel reconocimiento.

Porque mi experiencia con “Deep Red” no sólo se alimentaba de la maravilla ante lo extraño, sino que, más allá, y por primera vez, me hablaba o reflejaba un mundo que yo ya intuía y que llevaba marcado a fuego en mi ser. Podría hablar de colores, de sensaciones, incluso de olores, pero no les transmitiría convenientemente el instante revelador de “Profondo Rosso” como puerta a una parte del mundo interior, el paraíso que vive en mí y que me emociona más que las horas del día.

Yo ya conocía aquello, formaba parte de mí. Ya había estado en el pasillo forrado de cuadros ovales, mi sangre se movía al escuchar la nana infantil, esos dibujos eran míos, eran mis trazos aquellos. Y el mal, ese era el mal que atraía mi pequeña alma hacia cortinas abombadas, mecidas por un viento desconocido.

He buscado “Profondo Rosso” muchas veces. Me acerco al cine como un insecto ávido de sangre, sedienta de flashes que abran nuevas puertas de mi enigma entrevisto en sueños. A veces consigo vislumbrar una luz roja parpadeante que se asoma unos segundos. Una imagen frágil que se resiste y que cuanto más te esfuerzas, antes se desvanece. Ante la pantalla demoníaca hay que dejarse ir, florecer y diluirse, tensarse y desmayarse.

He visto. He visto en algunas de esas “películas” lagos sin fondo en los que mi alma se anega y renace. He encontrado el reflejo de mi mirada.

Los segundos engullidos, encontrados, revelados, son las piedras preciosas del otro lugar. Los he perseguido por largos pasillos y se me desvelan tan pocos ingenios nuevos.

Podría quedarme aquí, pero voy a ir más allá. Un punto de conexión que no pretende dar información sino añadir un elemento más.

No se como ven otras personas “Profondo Rosso”, pero se que mis ojos se abren a ella desde la perspectiva católica de los rezos escolares, con toda la liturgia y pompa que arrastra la Hembra.

La sangre es eucarística y las revelaciones de Marc acerca de la Naturaleza del Mal se representan como si Dios le colocara la mano sobre la cabeza y le obligara a mirar.

Yo también me coloqué frente al espejo delante del cuadro, y reconocí mi rostro como el del asesino. El túnel hacia mi misterio se mostraba ingenuo y risueño, con la alegría de una melodía infantil que se transforma en la grabación de una pesadilla.

Yo también estuve allí:

14 comentarios:

Roget dijo...

Usted cumplía quince años y yo no llegaba a los seis; que mal. Oiga, ha escrito eso para que a nadie se le olvide su cumpleaños, ¿verdad? ;)

La película, naturalmente, no la he visto. Me hablan de una película argentina de vampiros que se llama Sangre de Vírgenes.. ¿sabe algo al respecto?

Pueden verse menos de cinco segundos de la misma en La Mandarina Mecánica, cuando los trillizos Bonano son sometidos al tratamiento Ludovico:

http://www.youtube.com/watch?v=Z9sYUmzliE8

Higronauta dijo...

Tras la lectura de su bella reflexión, no puedo dejar de preguntarme el número infinito de versiones que deben rondar de Profondo Rosso en los imaginarios personales e intransferibles.

Eso, y el hecho de plantearme si, las generaciones presentes, podrán llegar a tener alguna experiencia como esta que comenta, ante la "alcurnia" cinematográfica actual...

Dr.Benway dijo...

Ajá ahora sabemos su edad :D

Anónimo dijo...

Aries.

Tomo nota y le mando un beso desde un cibercafé de Málaga, capital de la Costa de la Lluvia :)

c dijo...

¡Qué belleza de texto! Y qué sugerente la sensación que te dan esas películas que te llegan tan dentro. Da igual que también le haya gustado a otra gente o que te digan que es muy buena. Son películas donde el término "intransferible" se queda muy corto.

Baldanders dijo...

Dico: Profondo Argento, profondo rosso, profonda e infinita Aura.

elpablo dijo...

mare mía, qué movidas! a mi me siempre me ha molao más 'suspiria', será porque sale miguelito bosé! bueno y el perro que se sampa al siego, jojo!

Cecil B. Demente dijo...

Argento solía provocar ese tipo de sensaciones en los espectadores, a mi me pasa algo parecido con "Phenomena", supongo que no es su mejor filme, pero es la peli que me descubrió un cine de otro mundo.

Por cierto, me he bajado un filme que decubrí gracias a su inestimable blog; Las aventuras de Mark Twain. Realmente llama mi atención...

Nicho dijo...

Mocasines de charol, calcetines hasta la rodilla (ahora de moda, para las adultas mujeres que quieran rememorar su época de uniformes y pirulíes), un cuchillo de cocina de los enormes chorreando gotitas de sangre, "cortinas abombadas", espejos llenos de verdad.

No está nada mal.

el loco oficial dijo...

Después de esta delicia de descripción me da vergüenza declarar aquí que una sensación "parecida" experimentaba yo al quedarme de madrugada, de niño, para ver el Coloso en llamas..
Es usted casi tan joven como yo... :)

Anónimo dijo...

te ha quedao un post mu chulo.
saludos!

Milgrom dijo...

Yo recuerdo una fascinación tenebrosa con la Nana infantil y ese leit motiv del mal, que es en esta pelicula.

Anónimo dijo...

¿Pero dónde se han metido Aura & Co?

Abuelo Igor dijo...

No puedo sino emocionarme ante tan lírica loa a la que será siempre mi Película Favorita de Todos los Tiempos.

Y realmente a mí también me pasó: hoy no sería el mismo de no haber visto "Rojo oscuro" a los diecinueve años en... ¡Telecinco!

Y sigo sin cansarme de verla, por encima de cualquier otra de Argento.

Lo digo, emocionado.