El primer Príncipe de los Candriano, Camillo Ruspoli, fue nacido en Roma en 1882, y dedicó sus años de mocedad a servir en el ejército. En aquellos tiempos gloriosos para su linaje fue condecorado por su bravura en
Su esposa, Maria Margherita dei Baroni Blanc, explicó poco después de que en Atlanta se entusiasmaran por las composiciones de su marido y estrenaran el ballet que nos ocupa, que el Príncipe dedicaba en secreto sus obras a una música maravillosa que ayudaría a difundir una nueva comprensión y respeto hacia su patria.
El caso es que nunca deseó que sus obras traspasaran las paredes de su residencia. Una vez, escuchando con su mujer una polonesa de Chopin interpretada con ritmo de conga en un baile, se disgustó y le hizo prometer que nunca le ocurriría algo así a su música. Pero cuando Maria Margherita enviudó, en su exilio en
Capitol distribuyó el album con la música de Candriano, con arreglos orquestales de Les Baxter. La fantasía musical constaba de una serie de poemas del Príncipe, adaptados para ballet, sobre una fiesta nocturna en la entrada de una gruta, con un grupo de gnomos festejando su única salida anual de las profundidades de la tierra. La portada así lo ilustra.
Fue una de las cosas que me llamó la atención del vinilo. Después leí la parte trasera del disco, con la historia sobre el Príncipe y una dedicatoria en italiano escrita a bolígrafo de
Esta intimidad inesperada con la figura de Maria Marguerita fue más allá de aquella caligrafía desusada. Dentro del album encontré un recorte de periódico amarillento y una carta mecanografiada, de un papel finísimo y con membrete del escudo de los Candriano. La carta estaba fechada el 5 de abril de 1953, remitida desde Alturas de Almendares, Habana, para el señor Reynold Negri, de “Bob Music’s Shop” de Atlanta. Era un mensaje de agradecimiento de la princesa, en el que comentaba su anterior visita a la ciudad, y su entusiasmo en la espera del estreno del ballet. También aprovechaba la epístola para dedicar aquel album al señor Reynolds y ofrecerse para firmar discos durante su próxima estancia en Atlanta.
También había un recorte de periódico de un diario local, con el titular: “Italian Princess Is Here”, ilustrado con una foto de
2 comentarios:
boquiabierto me quedé cuando me explicaste la historia cuando te pillaste el disco, y boquiabierto me quedo rememorándola leyendo este post.
ya sólo me queda escucharlo, y lo haré en breve, tras lo cual le enviaré un comentario :)
Saludos
La princesa viuda de Candriano residió en la Avenida del Río en Marianao en una preciosa casa de dos plantas, rodeada de un paqueño jardín, donde atesoraba un gran número de recuerdos (porcelanas antiguas, joyas, cuadros, así como documentación justificativa de la antiguedad y nobleza de la familia de su difunto marido). Yo recuerdo haber visitado dicha residencia durante mi primera juventud, allá por los años 1954 y 1955 y también recuerdo a su cocinera-ama de llaves, Nina, de origen italiano ponderando las virtudes de tan ilustre matrimonio. asimismo recuerdo haber visitado la residencia que dicha señora poseyó junto al mar en la playa Mayanima, junto a Jaimanitas con anterioridad a la fecha antes citada y hacer un breve recorrido a bordo del yate que ella disfrutaba. Muchos y valiosos regalos navideños recibí de aquella dama, algunos de los cuales aún atesoro en mi memoria. Si esto escribo es en testimonio de gratitud y respeto a su memoria.
Ramón L. Fernández y Suárez
Universidad Politécnica de Madrid
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