domingo, julio 04, 2010

Demodé


No soporto las multitudes. La confusión de voces me fatiga. Por estos motivos rehúyo salir y amueblo mis paredes con imágenes queridas. Ahora adopto un jarrón, tal vez más tarde me interese desempolvar plumas verdinegras de gallo. Ce sont mes amis. No comparto el interés de mis convecinos por los viajes, tal vez porque viajo continuamente. No existe paraíso más dichoso que mi espacio diseñado para el viaje, que mis amados objetos.
Lo más divertido es que mi obra nunca termina. Mi gran sueño sería hacerme con un émulo de Charlie McCarthy, con quien poder conversar sobre materias elevadas. Mientras tanto, no me importaría conseguir un maniquí al que disfrazar de Cleopatra. Tengo pocas amigas. Desde niña siempre he querido poseer uno de esos espejos de los cuentos infantiles, a los que uno se asoma con reverencia y puede ocurrir cualquier cosa tras escudriñar su superficie borrosa (tiene que ser borrosa). Y relojes, muchos relojes dando la hora desde cientos de rincones, con sus mecanismos animados y sus pájaros parlantes.
Jaulas conteniendo caprichos de lo más diverso y frascos de cristal de todos los colores, para volverme loca con la danza de sus reflejos. Una orquesta de monos autómatas. Un techo adornado de farolillos chinos. Ojos recortados de revistas en las paredes. Máscaras y más mascaras. Muñecos malditos.
Así... estoy en paz.

1 comentario:

Möbius el Crononauta dijo...

Pues que la paz sea contigo