martes, enero 13, 2009

Dante’s Inferno. Francesco Bertolini, Adolfo Padovan y Giuseppe de Liguoro.1911


Dado que traspasar la lírica del poeta florentino a la pantalla demoníaca resultaría tarea infructuosa, el grupo de artistas italianos que pergeñaron la película, optaron por la premisa puramente epatante de plasmar con cuantos medios que tenían a su alcance el incesante flujo de imágenes asombrosas y alucinantes que provoca la lectura de la “Divina Comedia”, a través del prisma influyente que legaban los grabados que ideara al respecto Gustave Doré.



Tenemos pues una sucesión de imágenes sorprendentes, dotadas de una creatividad visual inusitada en la época de no ser de los experimentos fílmicos de Méliès. Verdaderos ‘tableaux vivants’, fotografías desarrolladas en movimientos casi imperceptibles que caminan con alma propia en el proyector. Desde los fabulosos decorados pintados al vestuario prodigioso, claroscuros de rocas puntiagudas entre carnes consumidas que se retuercen en llamas de blancura, monstruos de imprevista factura e ilusiones variadas.



Recorriendo los círculos infernales de “L’Inferno ”, uno queda aturdido ante el derroche de ingenio de su imaginería visual, a partir de proyecciones, superposiciones de imágenes y curiosos artificios. Poblándose los senderos de inclasificables seres mitológicos, caprichos de la imaginación y criaturas fruto del sueño de nuestro sueño, habitantes de mundos de maravilla y monstruos de Bestiarios medievales.



Tal vez mi secuencia favorita de la película sea la aparición, en larga procesión, de los Hipócritas, cargados con capas de plomo que por fuera semejan de oro, y que les hacen caminar muy lentamente. Se trata de un fragmento de verdadero ensueño, en el que nos encontramos frente a la eternidad de unas almas en pena, que no sabemos si nos serán inofensivas, y la inmediatez de la tortura de unos hombres que han perdido sus privilegios. Una especie de acertijo comprensible sólo al inconsciente.



Persisten también en la impresión de mi memoria postales de delicadezas preciosistas, como el descenso en un suave vuelo de los amantes Paolo y Francesca da Rimini, quienes parecen desencajarse de algún lienzo barroco, o la contemplación del alma corpórea de Beatrice en un prado, coronada de una aureola de movimiento incesante que nos hace adivinar ha sido conformada por una hélice, o el encanto de las bestias salvajes, conseguidas a partir de autómatas, cuya artificiosidad hace las delicias de los amantes de los efectos de lo inesperado.




Onorate l’Altissimo Poeta…


8 comentarios:

Anónimo dijo...

tiene pinta de ser la leche!!
le valdria de BSO el igualmente epatante tema de los blues magoos del mismo titulo (sí, siempre barriendo para casa)
saludos
f.

Aura dijo...

¡Hola Fran!
Pues la bso que se adjunta con el visionado es de Tangerine Dream... Curioso.

Nos vemos por ahí,

Anónimo dijo...

Menudo festin visual! Logico que te haya embelesado tanto.

Cual es ese evento magno que se prepara en Modernona? Si todo va bien, a fines del mes que viene andare por alli asi ...!!

Nicho dijo...

Voy a hacer una pregunta tonta: ¿por qué será que el infierno (y el paraíso, mi preferido) ocurren, casi siempre, en las pesadillas?

Gracias, Aura.

Anónimo dijo...

Es lo que tiene Dante, que con talento se le saca mucho partido. Me ha resultado curioso lo de la banda sonora de T. Dream.

Aura dijo...

Zitooooo: Pues el evento que se prepara es un recibimiento como Dios manda. Precisamente el sábado pasado comentábamos alguna cosa con Marcus, pero no puedo adelantar nada :)

Nicho: No sé responderle con coherencia pero el Bosco dice tener algo de culpa.

Brujo: "Mami, ¿qué será lo que tiene Dante?" XD

Anónimo dijo...

que bueno lo de los tangerine, que buenas siestas me he echado con alguno de sus discos!
:)
ta pront
f.

Möbius el Crononauta dijo...

Qué curioso. Espero no tardar demasiado en verla.

Esta cosa dantesca sería interesante verla en manos de Terry Gilliam (de quien he hablado hoy).

Saludos