Apoyé las manos, trémulas, sobre el rostro marmóreo. Después se deslizaron por toda su estatura, persistiendo en cada curva, en cada recoveco esponjoso que el artista había tallado en piedra. Lamí el polvillo brillante de mármol que empañaba los ojos entornados y creaba constelaciones, dibujos de arabescos en el aire circundante.
Pero el párpado se abrió. La pestaña acariciaba el pómulo con un rictus perverso y el lunar se dibujo preciso cerca del ojo. El color en el iris correteaba por mi sangre acelerándose en sacudidas.
Yo le invoco.
Los labios granados tararearon extrañas melodías, musitaron plegarias en mares de deseos. Oscuras retahílas exóticas, rezos a dioses paganos y cantos de fertilidad en lenguas de simas profundas que se sucedían en ardientes dulzuras en la párvula boca de colegial.
Se hizo carne entre mis manos. La piel se desfloraba en aromas de flor de sándalo, de espumas rizosas bañadas de loto, narcóticas adormideras que me trepaban por las mejillas como arañas de cristal.
Se arrodilló. Hundí la cabeza en su cabellera y los himnos de las esferas celestes se pusieron en marcha, desprendiéndose de sus cabellos en cascadas de notas, en risas de plata y cascabel. Mis manos se congelaban en perlas de nieve en su frente y los rosales de sus misterios se hundían en mis entrañas, diluyéndose en mi interior como el rayo de Marte.
Retrocedí para admirar la gran obra. “Vive”, me dije, “es más bello que la vida”. Y vi al artista observándome desde la entrada, horrorizado de mis palabras. Sabiéndose muerto, como tantos otros a los que él arrancara el corazón.
Gracias al caballero Wilde y a mi amado ángel por la inspiración
3 comentarios:
La mujer, de la dureza y del polvo, puede formar un ángel: lo ve, lo describe con sus manos, lo ama, lo resucita... ¿lo destruye?.
El ángel/Ángel siempre ha sido muy poético. Ahí dejo estos versos de Antonio Gamoneda:
Un ángel gótico
Inmóvil, claramente
inhumano en la
pura catedral
vive un ángel.
Un ángel no tiene ojos.
Un ángel no tiene sangre.
Él no vive en la vida, él no vive
en la muerte, él está
vivo en la belleza.
Jorge Luis Borges, no se olvide, nos exhortó así:
Que el hombre no sea indigno del Ángel
cuya espada lo guarda
desde que lo engendró aquel Amor
que mueve el sol y las estrellas
hasta el Último Día en que retumbe
el trueno en la trompeta.
"
Acaso el Ángel Caído lo fue por crear una belleza superior a aquella de la que de su Dios era capaz.
...bajo las células del gas de la mirada, tras la ventana de la piel, en los charcos del cuerpo, se halla la piedra que grita por una vida arrancada a martillazos...
...ya sabes que siento predilección por tus textos literarios, asi que, ¡viva tu ángel y el caballero wilde!
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