Jean Cocteau
“La muerte es un precio muy alto por una rosa roja” Oscar Wilde.
Se puede descansar en la inquietud de la extrañeza. Lo que esconden estas maravillas es un remanso de sensual pena. La languidez… presta a abandonarse en los ricos dominios de la mano enguantada que pasea con gula por las curvas doradas.
Hay cinco objetos que me otorgan la magia, y uno de ellos es el guante. ¿Quiere saber del resto? La rosa. Podía haberse llevado cualquier otra cosa y mis labios aún estarían muertos, pero no las flores que se exhiben sin pudor en mi casa. También el espejo, donde en círculos de humo me deshice ardiendo ante sus ojos. Y la llave de la puerta de Diana y el anillo que me esposa.
¿Se aventura entrar en mi casa? Nadie había entrado aquí antes.
Largos dedos de amos invisibles le servirán el dulce vino en copas precipitándose en risas de rubí. Hay un festín dispuesto si no teme el peso de las siete campanadas. Perlas acudirán a mis manos a raudales deseosas de estrangular el blanco cuello. Y le abrigaré con pieles de otras bestias, el hechizo reptando por su piel como un escalofrío, anticipándose al abrazo de la piel de león, escurriéndose en sus recovecos como un animal asustadizo.
Silentes sirvientes callan. Ojos sin rostro incrustados en las paredes, efebos que sonríen desde los pilares de la chimenea, níveos brazos que surgen de la nada para desvestirle. Lo inanimado suspira en cada rincón dormido.
Yo le digo: Cada cosa en este castillo es suya, basta con que la desee. Beba de mis manos y las ramas se abrirán a su paso.
Escrita y dirigida por Jean Cocteau ;"Ilustrada por" Christian Bérard ;Música de Georges Auric
Actores Jean Marais como Avenant/ La Bestia/ Principe Ardent ;Josette Day como Bella ;Marcel André como el Mercader (padre de Bella) ;Michel Auclair como Ludovic ;Mila Parély como Felicie ;Nane Germon como Adélaïde.
Y si quieren leer el cuento: LA BELLA Y LA BESTIA de Madame Leprince de Beaumont
4 comentarios:
Bonitas palabras "bestia".
ME gusta mucho la cita de Cocteau, y tienen muchas razón. A veces, los mayores perdemos la mirada de niño que es necesaria para comprender y disfrutar de ciertas cosas. Lo racionalizamos todo.
Ojalá nunca dejáramos de creernos los cuentos que nos contaban de niños (los que nos creemos de adultos son mucho más estúpidos y mezquinos).
Los que crecimos sin cuentos, en cambio, intentamos cada día recuperar "el niño" que nos quitaron de ser...
...brillante Cocteau; su reflexión me recuerda a lo que siempre me ha inspirado El Principito de Saint Exupery. La inocencia que nos dejamos en el cámino y nunca debemos soltar. Por mucho que ellos nos quieran derribar, nuestra alma jovial debe saber reirse de todo. Suficientemente dificil es el camino como para tornarse descreidos y viejos...seamos niños!!!
Publicar un comentario