Sin embargo hubo una época en que su proximidad me agitaba y
Porque era la Carroll Baker de Babydoll, y no otra, pese a la belleza, o lo que sea que consista la estética desde la objetividad. Baby Doll era un punto de conexión con una idea que pude tener un día, con esa criatura que conocía sin saber, porque había nacido desarrollándose a partir de mis pistilos, el ser regado de pecados propios que se me escapaba entre los dedos al intentar asir una proyección valida. Esa mujer-niña hecha de carne inaccesible que en tantas ocasiones perseguí, una combinación de encajes abandonada, un churrete de saliva cicatrizado.
Este fotograma de “Baby Doll” ampliado me miraba desde la pared cuando no le prestaba atención. Ella a lo suyo, indiferente a todo menos a su santuario marchito. Mediante un túnel de estructuras romboidales nos volcábamos la una en la otra, descalzas e irascibles, buscándonos los mohines.
Y de su estancia a la mía se arrastraban legajos y cintas, y oía el cosquilleo de mi carcajada difuminado por el tañido de las campanas, por su propio espionaje.
Puedes coger sus zapatos y lanzarlos río abajo, y alcanzarle un vestido de tirantes e invitarla a un dulce. Y lo demás se tornará accesorio. Sólo retenerla, el tiempo suficiente -nunca suficiente-, empujar su astucia, agarrarle el dedo y llevártelo a la boca.
4 comentarios:
Por ahí en uno de los links está la banda sonora para descargar.
Un saludo a todos y disculpen que tenga poco tiempo para visitarles últimamente.
¡No me importaría ser Elli Wallach por un día!
mastico chicle
vestida con tirantes
chancleteo con
mi febril lengua
amelocotonada
tardes y tedio
Un saludo.
Ya he guardado la foto para fondo de escritorio.
Y no se haga tanto de desear, Aura.
Publicar un comentario